Paralizadas por el miedo, Petra y su madre miran cómo se llevan a Soledad, su vecina, acusada de un crimen que no cometió. La angustia que sienten aumenta con el paso de las horas, al pensar que se pudo haber hecho algo para defenderla.
Lo anterior es el eje de la obra Un barquito en la pared, de Itzel Villalobos, basada en la leyenda de La mulata de Córdoba. En la puesta en escena se aborda el tema de las desapariciones forzadas y el feminicidio, explicó la directora Faviola Llamas sobre el montaje que se estrenará el jueves en el Foro Shakespeare.
En la obra, explicó Llamas, “se explora la respuesta ante las injusticias, enfatizando la importancia de generar redes de apoyo ante circunstancias emergentes; es decir, plantea la reacción humana desde la indefensión aprendida y el efecto en el espectador”.
Se trata, agregó la directora, de una de las tres obras ganadoras de la convocatoria Brujas del Foro Shakespeare, la cual “busca resaltar que las mujeres son las protagonistas de su propia historia, que es posible generar nuevas miradas y narrativas sobre sí mismas y en torno a sus relaciones con las demás personas, pero desde el teatro”.
La mulata de Córdoba, contó Llamas, “es una leyenda que ocurre en 1600, donde se describe a una mujer muy bella, a la que el alcalde quiere forzar a estar con él, pero ella logra huir. A partir de este suceso, la llevan a San Juan de Ulúa y pinta un barquito, que le permita escapar de esa prisión, junto con el guardia que la ayuda”.
Micromachismo
La propuesta de la dramaturga “fue tomar estos puntos y abordar lo que es el síndrome del espectador, el cual significa que podemos ver una injusticia y no hacemos nada al respecto, tal vez porque pensamos que alguien más lo hará”.
Pero también en el texto, Itzel Villalobos “hace cómplice a todo el pueblo de una injusticia y a la vez se devela de qué forma se crean los micromachismos en la familia, así como situaciones violentas cotidianas”.
La obra cobra vigencia, “pues aborda las desapariciones forzadas y las injusticias en un pequeño núcleo, pero cuándo éste se hace exponencial es algo que se podría resolver. Además, se subraya la importancia de generar redes de apoyo, de no quedarmos calladas, exhibir las injusticias y nombrar los hechos”.
En la puesta en escena, “buscamos dar voz tanto a Soledad como a Petra; se observa cómo cambian sus circunstancias y la forma en que crecen como personas”.
Con elementos multimedia, mediante los cuales se transforma el espacio, se recurre al zapateado, a la jarana y se escucha Aguanieve, son jarocho feminista. “A través de una obra con tintes de tradicionalismo, reiventamos el lugar para el cuerpo del actor, la escenografía y los sonidos; es como un cruce entre el pasado y el presente de México”, destacó la dramaturga.
El elenco, integrado por Krhistina Giles, Fabiola Villalpando, Baruk Serna y Adriana Alonso, interviene en una historia cuyo discurso es muy actual. “En el país no se tiene un registro preciso sobre los feminicidios, que especifique si las mujeres son afrodescendientes o indígenas, así como cuáles son los tipos de violencia que se utilizan, pensamos que al clasificarlos se podría tener alguna forma de combatir esta problemática”.
Un barquito en la pared se presentará del 31 de marzo al 10 de abril, con funciones jueves, viernes y sábado a las 20 horas y domingos a las 18 horas, en el Foro Shakespeare, ubicado en Zamora 7, colonia Condesa.