Siendo como somos, federativamente mediocres en el futbol, ¿de dónde salió esa violencia extrema, demencial, de las llamadas barras bravas, antes conocidas como porras y hoy convertidas en halcones deportivos? Del dinero con el que también bailan falsos partidarios del balompié y ocasionales atacantes a sueldo de partidarios enemigos. El conspiracionismo aparece incluso en las inseguras canchas de futbol, ya que la idea sigue siendo desestabilizar a como dé lugar.
Los que se desestabilizan solos son los llamado taurinos, que nomás no logran retomar el interés del público por el otrora apasionante espectáculo. Trátese del monopolio, de sus modestos competidores o de románticos empresarios independientes, la realidad es que ellos mismos han echado a la gente de las plazas y, mero al último, los intentos de subvencionados antitaurinos, politicastros futuristas y animaleros de ocasión. ¿Serían aficionados a los toros las bestias agresoras en el estadio de Querétaro? Un poco de seriedad, antis.
Luego de que el año pasado una alcaldesa visionuda a punto estuvo de lograr que se prohibieran los festejos taurinos en la ciudad de Puebla, la empresa del coso local, encabezada por Pedro Haces y Víctor Curro Leal, presidente y secretario general, respectivamente, de la Asociación Mexicana de Tauromaquia, creada por ellos, realizó otra temporada de trámite, con pobres entradas y modestos resultados, enésima prueba de que la fiesta de los toros exige otros criterios de organización y promoción que los anquilosados concesionarios de plazas no están dispuestos a aplicar, sin que las pérdidas les quiten el sueño.
Apareció entonces un entusiasta y optimista promotor independiente, Mario García Rojas, quien con esmero y seriedad organizó en la ciudad de Puebla un certamen internacional novilleril en una plaza portátil, programado para el 19, 20, 26 y 27 de marzo, sólo que después de los dos primeros festejos el hombre se vio obligado a suspender la exhibición ante la nula respuesta del público, que apenas registró medio centenar de asistentes cada tarde.
¿Qué factores incidieron en tan desastrosa reacción? El primero, esa gratuita creencia de suponer que la gente está metida en toros, cuando hace décadas lo más que está metida es en media docena de apellidos, luego de que el duopolio primero y el monopolio ahora redujeron el espectáculo a unos cuantos toreros-marca importados, de Ponce y Hermoso a Morante, por decir, relegando a buenos toreros y mejores ganaderías.
Luego, la prolongada falta de toros con bravura y de toreros mexicanos con celo y sello, de emoción en el ruedo, pues, en un mediocre abanico de oferta en el que los mismos nombres se repiten hasta el cansancio. Y por último, el mal sabor de boca dejado por la empresa de la plaza poblana El Relicario. Con estos antecedentes es una temeridad apostar por una inexistente afición metida en toros, sobre todo si se es un empresario independiente sin toreros-marca que anunciar.
Dime cómo promueves tus productos y servicios y te diré qué tan claro tienes la relación entre estos y el consumidor y tu propósito de informarle y convencerlo sobre las cualidades de aquellos y las expectativas y beneficios de consumirlos o utilizarlos. Pero como cada día es mayor la brecha entre empresas y público, ahora la moda es que el ilustrador español Domingo Zapata, malito pero exitoso, haga los desalmados carteles como taurinos de las ferias de San Marcos y San Isidro. Pobre fiesta, tan lejos de la emoción y expresión propia y tan cerca del esnobismo colonizado.