Nueva York. Ante intentos derechistas sin precedente para censurar y hacer desaparecer obras de literatura, historia y hasta de ciencia en escuelas y bibliotecas bajo el argumento de considerarlas “dañinas” para este país, los bibliotecarios y sus aliados ahora son líderes de la resistencia.
El número de solicitudes para censurar o prohibir libros –entre ellos algunos de los más destaca-dos y clásicos de la literatura estadunidense– en planteles educativos ha llegado a niveles sin precedente, con por lo menos 330 intentos de censura en sólo tres meses entre septiembre y noviembre de 2021, más del doble que el total de 156 durante todo 2020, reportó la Asociación Estadunidense de Bibliotecas (ALA, por sus siglas en inglés).
Leyes en ciernes
Más aún, desde enero de 2021, se han introducido 155 proyectos de ley a nivel estatal para prohibir, limitar o condicionar obras en educación pública y bibliotecas en 38 de los 50 estados, 10 iniciativas se han promulgado en ley en nueve estados, reporta PEN America, la cual advierte que “esta ola feroz de prohibiciones sobre material académico y literarios no tiene precedente”.
Esta campaña, coordinada y financiada por fuerzas derechistas, fomenta la instauración de leyes y medidas locales y estatales para suprimir libros que consideran críticos de la historia estadunidense, sobre todo los que abordan los temas de la injusticia racial contra afroestadunidenses y latinos, musulmanes e indígenas, como los que tratan temas de género e identidad sexual, así como las luchas por derechos y libertades civiles.
“Falsamente declarando que estas obras son subversivas, inmorales o peor, estos grupos (conser-vadores) inducen a funcionarios electos y no electos a abandonar principios constitucionales para promover censura gubernamental de colecciones en bibliotecas”, declaró la ALA.
Denuncia que algunos de estos grupos “recurren a intimidación y a las amenazas para lograr sus fines, poniendo en riesgo la seguridad y empleo de trabajadores de bibliotecas, educadores e integrantes de juntas escolares”.
“Un ataque político organizado sobre los libros en las escuelas amenaza la educación de los niños de Estados Unidos”, alertó la Coalición Nacional contra la Censura conformada por unas 60 organizaciones nacionales de escritores, periodistas, maestros, librerías y más. “Estamos profundamente preocupados por este incremento repentino de censura y su impacto sobre la educación, los derechos de los alumnos y la libertad de expresión”, afirman (https://ncac.org).
Todas las semanas se reportan noticias de intentos para suprimir obras. En enero, un superintendente de escuelas en el norte de Texas ordenó retirar unos 130 libros sobre temas de la diversidad sexual, sexualidad, racismo y los derechos de las mujeres, reportó el Texas Tribune. El gobernador del referido estado, Greg Abbott, ha amenazado con abrir investigaciones criminales contra empleados de escuelas que se atrevan a poner a la libre disponibilidad libros y materiales sobre sexo y temas de homosexualidad.
En Florida, la legislatura estatal acaba de aprobar una nueva ley que limita y hasta prohíbe la discusión y lectura de temas LGBT en las aulas, y sigue pendiente ahí, y en otros estados, proyectos jurídicos que buscan limitar el enfoque respecto del racismo.
En Idaho se promueve un proyecto de ley que amenaza a bibliotecarios con multas de mil dólares y hasta un año de cárcel si ofrecen materiales de actividad sexual “explícita” a estudiantes menores de 18 años; un distrito escolar en Kansas removió 29 títulos de las bibliotecas, incluyendo una de las obras de la Premio Nobel Toni Morrison.
En Oklahoma, el procurador general está evaluando 51 libros en las bibliotecas escolares para determinar si violan leyes antiobscenidad; y en Tenesi, una junta escolar prohibió la novela gráfica Maus de Art Spiegelman, ganadora del Premio Pulitzer.
En la década 2010 a 2019, los 100 libros que han sido sujetos a más intentos de censura incluyen Bluest Eye de Toni Morrison, Of Mice and Men de Steinbeck, El color púrpura de Alice Walker, 1984 de George Orwell, Brave New World de Aldous Huxley, Lolita de Vladimir Nabokov, La casa de los espíritus de Isabel Allende y Absolutely True Diary of a Part Time Indian de Sherman Alexie, entre otros (la lista completa: https://www.ala.org/advocacy/bbooks/frequentlychallengedbooks/decade2019).
La otra historia de Estados Unidos de Howard Zinn es frecuentemente atacado por conservadores.
No es la primera vez que se intenta prohibir libros en este país: Huckleberry Finn de Mark Twain fue suprimido en 1885, así como El origen de la especies de Charles Darwin, en 1895, el macartismo logró anular decenas de libros y sus autores; más recientemente hubo intentos para suprimir la serie de Harry Potter.
“Hay una disputa y debate sobre qué tipo de gobierno y sociedad queremos ser y las prohibiciones de libros son parte de eso”, comentó Deborah Caldwell Stone, de ALA.
Una vez más, bibliotecarios y maestros se encuentran como líderes de una resistencia, en alianza con estudiantes y defensores de derechos civiles, por principios democráticos. La ALA declaró que, como lo ha hecho, se dedicará a proteger “el derecho de hablar, de publicar y de leer tal como es prometido por la Constitución”.
Defienden derechos
En York, Pensilvania, maestros y estudiantes lograron revertir con sus protesta una prohibición sobre varios títulos escritos desde la perspectiva de niños latinos, afroestadunidenses y gays y dos sobre Martin Luther King y Rosa Parks. En Indiana se frenó una ley que hubiera limitado la enseñanza en las aulas, mientras que en Nueva Hampshire y otros lugares, candidatos liberales están ganando elecciones en las juntas escolares.
Como siempre ha sido el caso, prohibir algo siempre es una invitación para probarlo. Los esfuerzos conservadores han vuelto en best-sellers a los que declaran “enemigos”, por ejemplo, Maus de repente se volvió el libro más vendido por Amazon.
Una de las camisetas vendidas por organizaciones liberales dice simplemente: “Yo leo libros prohibidos”.
Aparentemente, en estos tiempos defender el derecho lector es un acto democrático.