Mauricio Bustos Suberza, de 26 años, sobrevivió a un infarto cerebral hace cuatro años; con terapia, ha logrado superar daños neurológicos y una discapacidad motora que llegó a ser total y lo tuvo postrado en su domicilio de la colonia Guadalupe Tepeyac, alcaldía Gustavo A. Madero.
A unos kilómetros de allí, en la calle Unión, de la colonia Tepeyac Insurgentes, Juan Pablo Canto Marín, quien al nacer sufrió parálisis cerebral como consecuencia de una hipoxia neonatal (falta de oxígeno), con cuidados y medicación adecuada cumplió el mes pasado 40 años.
Ellos han sido visitados por las brigadas médicas del programa Salud en tu Casa, de la Secretaría de Salud capitalina, y además tienen en común que quieren contar su historia, por lo que ambos escriben un libro.
Con el descenso en los contagios de covid-19, las brigadas han incrementado su trabajo. Martha Padilla Galindo, coordinadora en el programa, explicó que si bien nunca se suspendió, disminuyó porque la gente solicitó por temor no ser atendida y porque apoyaron algunas actividades en la pandemia.
Tras su revisión médica, Mauricio cuenta su caso: de un pronóstico sombrío tuvo una evolución adecuada, “con las terapias he ido funcionando, ahorita lo que me falla es mi habla y caminar, pero yo me esfuerzo mucho y le echo ganas porque sé que voy a salir bien”.
En el libro, su intención es informar sobre el ictus y prevenir, sobre todo a la juventud, para detectar las alertas antes de un evento como el suyo, del que su hermano Ricardo tiene un video en redes: Proyecto Roda.
Juan Pablo escribe en la computadora con la punta de su nariz y dice que su libro estará también dirigido a los jóvenes.
Padilla explicó que el programa cuenta con un centenar de brigadas básicas: médico, enfermera y promotor de salud y 16 multidisciplinarias con odontología, fisioterapia, sicología, trabajador social y nutrición. El censo de pacientes es de unos 10 mil, en su mayoría adultos mayores, y proporciona además atención médica y emocional a los cuidadores, generalmente familiares, “que están prácticamente pegadas al enfermo y tienen un grado de desgaste. Es la ventaja de entrar a los domicilios, la atención que brinda es integral, al paciente, al cuidador y a su entorno familiar”.