Buenos Aires. Una impresionante multitud protagonizó ayer la marcha más grande de los últimos años que confluyó en la Plaza de Mayo a 46 años del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, que dejó unos 30 mil desaparecidos, miles de secuestrados, torturados y exiliados eliminando a las dirigencias políticas, estudiantiles, sindicales y otras, como los sacerdotes de la opción por lo pobres y la teología de la liberación para instaurar el terrorismo de Estado, pero también destacando la “misión” de los dictadores para imponer un neoliberalismo salvaje beneficiando a sus cómplices, los grandes grupos empresariales, con la estatización de la deuda privada a expensas de las mayorías populares y de la soberanía.
La dictadura disparó la deuda a su punto más alto con 300 mil millones de dólares. Después de dos años en que no se pudo realizar la marcha y recordando a la vanguardia de la resistencia que significó la ronda solitaria de las madres de desaparecidos en la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada (gubernamental), la marcha de este jueves tuvo muchas interpretaciones.
La dictadura permaneció hasta fines de 1983, pero continuó en las sombras amenazando al primer gobierno de la difícil restauración democrática, el presidente Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, quien en 1985 impulsó el histórico juicio a las juntas militares. Ahora su dirigencia se sumó en coalición con la ultraderechista Cambiemos (Juntos por el Cambio). También se destacó lo realizado por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, ahora vicepresidenta, que permitió impulsar los juicios contra los responsables de los crímenes de lesa humanidad e instalar como política de Estado el tema de los derechos humanos.
La multitud cubría no sólo la Plaza de Mayo y su alrededores, sino todas las calles y avenidas adyacentes, destacándose muchos adolescentes y también la impactante marcha de la Campora, principal organización juvenil del kirchnerismo que se inició frente a la ex Escuela de Mecánica de la Armada, encabezada por el diputado Máximo Kirchner y otros dirigentes.
El documento que firmaron todos los organismos de derechos humanos, leído al final del acto por Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, recordó que este es el primer 24 de marzo en la plaza desde que se fue “el gobierno que atacó a la democracia entre 2015 y 2019”, en alusión al ex presidente Mauricio Macri.
“Somos la identidad de un pueblo que defiende la soberanía y la independencia”, resumió el documento titulado “A 46 años del golpe genocida”, que proclamó: “no queremos neoliberalismo. Queremos, como soñaron los y las 30 mil, que el pueblo vuelva a ser feliz”, y se señaló a los “responsables económicos, grupos empresariales y militares, que contaron con el apoyo eclesiástico y de la corporación judicial que, hoy como ayer, representan los intereses de las clases poderosas”.
Almeyda preguntó: “¿dónde están los responsables de la miseria planificada en la dictadura?”
Hubo severas críticas para la justicia ante el aumento de beneficios para los detenidos por los crímenes de lesa humanidad. Hoy día, 579 responsables de esos crímenes tienen el beneficio del arresto domiciliario y del total de investigados hay 764 detenidos, mientras mil 532 permanecen en libertad.
En el documento se pidió la restitución de la identidad de las nietas y nietos, “libertad a los presos y las presas políticas”, y “juicio y castigo al poder económico, poder judicial cómplice y a la cúpula de la Iglesia”, entre otras consignas,
Esta marcha no estuvo exenta de la situación política, especialmente en la resquebrajada unidad del oficialista Frente de Todos, como sucede en la opositora coalición de Juntos por el Cambio, donde las minoritarias derechas recalcitrantes toman posiciones distintas ante lo que fue la dictadura militar.
El tema central en el Frente de Todos es el reciente acuerdo firmado por el gobierno con el Fondo Monetario Internacional, algo que en la mayoría de los manifestantes consultados se debía dirimir ante la necesidad de acordar la unidad y no defraudar a la población, cuando ya se están tomando medidas para superar la situación social. La necesidad de unidad y organización se vio en la multitud de una plaza que podría influir en esa decisión como un llamado a superar desencuentros.
El presidente Alberto Fernández dijo que “la búsqueda de justicia es un imperativo moral”, al resaltar que esta marcha unifica a la sociedad y afirmando que “no hay diferencias” en cada 24 de marzo, porque “Argentina se une para repudiar” el terrorismo de Estado.
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner subrayó el regreso del abrazo simbólico con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo luego de la pandemia de coronavirus, e hizo énfasis en la participación de miles de compañeros y compañeras de la Cámpora en la movilización para volver a abrazarse con madres y abuelas.
Por supuesto hubo divisiones, como todos los años. Primero ingresaron a la plaza los manifestantes de partidos trotskistas y luego los organismos de derechos humanos y demás organizaciones. Muchos llegaban y luego se iban a las calles cercanas para que otros grupos pudieran entrar a la plaza. Fue una extraordinaria expresión popular que se repitió en distintas capitales del país como La Plata, Córdoba, Rosario y Santa Fe, a pesar del mal tiempo, que se transformó en un vendaval en 15 provincias. Además demostró, como subrayó Máximo Kirchner, la extraodinaria expresión de un pueblo unido en esta causa.