En tanto que dure el mundo, la palabra de Miguel León-Portilla (1926-2019) “seguirá entre nosotros, formando rostros sabios y corazones firmes”, dijo Gonzalo Celorio en el homenaje luctuoso que El Colegio Nacional rindió la noche del miércoles al historiador e investigador, miembro de ese cuerpo colegiado desde 1971 y hasta su muerte, el primero de octubre de 2019.
“Miguel León-Portilla fue un hombre de palabra en el doble sentido del término. La defendió, la honró, la enalteció y la deja, brasa ardiente, en nuestras manos”, aseveró el poeta Vicente Quirarte, presidente en turno de El Colegio Nacional.
En la ceremonia, efectuada de manera presencial y transmitida vía streaming, se develó un retrato del maestro, obra de la pintora Lucinda Urrusti, uno de los momentos más emotivos luego de que al panel de participantes se uniera la familia del homenajeado, encabezada por doña Ascensión Hernández Triviño, su viuda; su hija, Marisa, y su nieto, Miguel.
Organizador del acto, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma destacó que la presencia de casi 50 años de León-Portilla en El Colegio Nacional “rindió frutos perdurables que aún prevalecen”.
Dio voz a los denostados
Recordó que el especialista en filosofía náhuatl ingresó a esa instancia el 23 de marzo de 1971, con el discurso La historia y los historiadores en el México antiguo, del que opinó que era su manera de incidir en lo que venía planteando desde 1956 en su libro La filosofía náhuatl estudiada en su fuentes y, tres años más adelante, en Visión de los vencidos.
“Con La filosofía náhuatl , León-Portilla hace de lado aquel eurocentrismo clásico que llevaba a no pocos filósofos a desdeñar el pensamiento de diversos pueblos que partían de otros parámetros para aprehender el universo. En tanto, en Visión de los vencidos da voz a los denostados a través de sus propios relatos y logra darnos así la otra cara de la moneda”, afirmó.
El poeta nahua Natalio Hernández afirmó que León-Portilla imaginó y soñó con un México en el que las lenguas y culturas primigenias formarían parte de una nación incluyente, por lo que consideró que si en verdad quiere rendírsele homenaje es necesario comenzar a transformar nuestro actual sistema educativo, que se caracteriza por ser homogéneo, lingüística y culturalmente, desde que se creó la Secretaría de Educación Pública, en 1921.“En mi opinión, esa es la gran tarea que nos dejó nuestro gran tlamatini (hombre sabio, en náhuatl)”.