Editorial
Recientemente se han viralizado dos videos judiciales. En uno se escucha un pleito verbal entre un Juez federal y uno de sus secretarios: el primero le grita al segundo “que haga su trabajo, haragán” y el segundo pide ser tratado con dignidad. En otro video están unos presuntos representantes del sindicato de trabajadores del Poder Judicial Federal hablando con una secretaria de ese juzgado, quien aparentemente está por llorar ante el trato recibido. Esto llevó al Consejo de la Judicatura Federal (CJF) a emitir un comunicado donde dice que “el acoso laboral no nos define”.
Se espera de los jueces que sean amables para todo, incluso para requerir el trabajo a sus subalternos o enfrentar al crimen organizado. Se espera que los secretarios cumplan con sus funciones (en el video no se escucha que el abogado aduzca haber cumplido con sus labores). Se espera que el Sindicato intervenga cuando hay un procedimiento donde se le llama, no que sea un conveniente vigilante del quehacer judicial cotidiano: para establecer qué puede hacer un juez está el CJF. Se espera que no se violente a las trabajadoras de confianza.
La presente administración ha tomado muchas medidas para evitar el nepotismo, el abuso en los nombramientos, para erradicar el acoso sexual. Ahora toca acabar con el acoso laboral que no sólo puede darse del juez al secretario, también los empleados pueden acosar a su jefe (al incumplir con sus labores dolosamente y obstruir el funcionamiento judicial), o de terceros hacia el personal. Si el juez hubiera exigido el trabajo de otra forma, tal vez estaríamos pensando en la necesidad de evaluar el desempeño del personal de los juzgados federales para establecer las sanciones que deben tener quienes no cumplen con su función, independientemente del nombramiento, por muy amables que sean.
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“El delito de la cobranza por gestión extrajudicial ilegal” de José Luis Castillo Sandoval contiene el enfoque jurídico de una situación cotidiana: el cobro de adeudos, reales o no. ¿A quién no le han hablado en la madrugada para cobrarle una deuda? Esto puede ser un delito de la persona que cobra ese adeudo, porque la violencia telefónica logra amedrentar a muchos; sea un cobro legítimo o no. Hay quien paga, lo deba o no, para recuperar la tranquilidad, pero luego vendrán otras llamadas. Eso puede llevar a un ciclo interminable.
El libro contiene formatos y recomendaciones para defenderse; y también para instruir en el daño que se puede reclamar a esos cobradores, generalmente groseros, siempre implacables. Un texto útil.
Sugerencias y colaboraciones: agendajudicial@jornada.com.mx.