Ciudad de México. México, como muchos países afectados por la violencia en la región y en el mundo, sufre desde hace años sus consecuencias humanitarias: homicidios, desapariciones (el año pasado hubo un promedio diario de 91 víctimas de homicidio doloso y 20 personas desaparecieron cada día, según cifras oficiales), desplazamientos, separación de familias, amenazas. Ello incluye tanto a las personas migrantes que enfrentan en su paso múltiples peligros que pueden comprometer su vida, como a numerosas comunidades de residentes cercadas de miedo por la presencia en su territorio de grupos armados, señala el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Al dar conocer su balance humanitario en México y América Central el responsable de la oficina regional del Comité Internacional de la Cruz Roja, Jordy Raich destacó el repunte de la migración y los desplazamientos internos de comunidades en donde, si bien no hay una sola causa, el recrudecimiento de la violencia regional juega un papel importante. “La violencia tiene un impacto en las comunidades: rotura de vínculos, desplazamiento porque no ven un futuro en su comunidad, hay un cúmulo de razones donde la violencia forma parte importante”.
La violencia que se ha implantado en la región debe enfrentarse para “desnormalizar” su existencia, alertó Raich. Subrayó que como organización humanitaria es importante “visibilizar las consecuencias de la violencia. A través de balances o discusiones con actores es importante subrayar que la desnormalización de este fenómeno, que la violencia no puede ser parte cotidiana de nuestras vidas. El CICR no hace tendencias o estadísticas pero sí contribuye a visibilizar el impacto
En el balance humanitario sobre México en específico, el CICR subraya: “ como paso fundamental, se requiere reconocer y tomar conciencia colectiva de cuánto nos cuesta la violencia en términos de vidas y futuros perdidos: empezar por su desnormalización. Esto nos permite reconocer el dolor de las víctimas, nuestra indiferencia que revictimiza, recuperar la empatía, salir de nuestras propias burbujas, entender la violencia como un problema común y buscar,diseñar e implementar soluciones de calado.
Como parte del balance del CICR destacó:
“Los temas más apremiantes para el CICR en México y América Central en 2021 y en los que seguirá concentrando su atención en los próximos años son: el aumento de la migración (según cifras oficiales, en México el número de personas migrantes detenidas aumentó 41%, lo que lleva a concluir un aumento en la movilidad) y los desplazamientos; la desaparición que no cesa (sólo en México se contabilizan casi cien mil personas desaparecidas); la emergencia carcelaria; el uso legal de la fuerza y las dobles vulnerabilidades que traen consigo fenómenos climáticos y emergencias sanitarias como la pandemia por COVID-19 en comunidades fuertemente afectadas por la violencia”.
En torno al endurecimiento de las políticas migratorias, Raich comentó que el CICR respeta la libertad de cada país para fijar sus políticas migratorias, pero dijo que en el 2021 se constató en el terreno el repunte de a migración y la acumulación de personas en movilidad en las fronteras mexicanas, generando presiones y tensiones en esa región a la espera de obtener un visado o un documento que les permita continuar su camino.
Sin duda, esto genera mayores presiones en la infraestructura social de las comunidades donde deben aguardar el reinició de su trayecto.
En el documento, el CICR destaca “Las personas migrantes siguen enfrentando situaciones de violencia, tanto en sus comunidades de origen como a lo largo del trayecto migratorio. Frecuentemente se ven obligadas a tomar rutas cada vez más peligrosas, exponiéndose al riesgo de ser heridas, extorsionadas, atacadas, secuestradas, separadas de su familia y a morir o desaparecer al tratar de huir de la violencia o mientras buscan oportunidades económicas. En este contexto cambiante, el CICR siguió brindando, en colaboración con la Cruz Roja Mexicana y albergues de la sociedad civil, protección y asistencia a las personas migrantes”.