Río de Janeiro., Uno de los fiscales que actuó en el proceso de la operación Lava Jato, que acabó llevando al ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) a la cárcel, Deltan Dallagnol, ahora tendrá que indemnizarlo por daño moral, decidió ayer el Tribunal Superior de Justicia.
Según publicó el portal de noticias local G1, la decisión de la corte se dio por amplia mayoría (cuatro jueces a favor y uno en contra) y la indemnización fue fijada en 75 mil reales (15 mil 300 dólares).
El caso se refiere en concreto a una rueda de prensa que Dallagnol ofreció en 2016 para presentar la primera denuncia contra Lula por presuntos delitos de corrupción y lavado de dinero en el caso del apartamento tríplex de Guarujá (una ciudad costera en el estado de São Paulo, sureste).
Durante la comparecencia ante los medios, el fiscal usó una presentación de PowerPoint que se acabó haciendo muy famosa, en la que el nombre de Lula aparecía rodeado de círculos donde se podía leer “sobornocracia”, “gobernabilidad corrompida”, “perpetuación criminal en el poder”, “enriquecimiento ilícito”, entre otros conceptos.
Los abogados de Lula recurrieron a la justicia para defender que el entonces fiscal actuó de forma abusiva e ilegal al presentar al líder izquierdista como al personaje central de un supuesto esquema de corrupción, lo que supondría un juicio anticipado.
La mayoría de los jueces del Tribunal Superior de Justicia coincidieron ahora en señalar que esa presentación se alejó de la nomenclatura típica del derecho penal y que hubo un “exceso de poder”, como apuntó uno de los jueces, Raul Araújo, quien también criticó de forma general el “juicio de excepción que se permitió que funcionara en Curitiba”.
Curitiba es la ciudad del sur de Brasil donde trabajaban tanto Dallagnol como el entonces juez Sergio Moro, y que se convirtió en símbolo de la lucha contra la corrupción en Brasil.
Con el tiempo salieron a la luz diversos abusos, como la colaboración entre los fiscales y Moro para conseguir las mejores circunstancias para poder condenar a Lula.
Las irregularidades cometidas por Moro, de hecho, abrieron la puerta a que el Supremo Tribunal Federal anulara la condena que pesaba contra Lula, lo que le permitirá presentarse a las elecciones presidenciales de este año.
Mientras, varios legisladores opositores pidieron la apertura de una investigación contra el presidente Jair Bolsonaro y su ministro de Educación, Milton Ribeiro, por supuesto tráfico de influencias para favorecer a aliados políticos de pastores evangélicos.
“Milton Ribeiro convirtió el Ministerio de Educación en una mesa de negocios para sus tratos encubiertos, negociando favores públicos a la luz del día”, escribió en Twitter Fabiano Contarato, senador del Partido de los Trabajadores (PT), de Lula.
El escándalo estalló cuando el diario Folha de Sao Paulo reveló la noche del lunes el contenido de un audio en el que Ribeiro, él mismo un pastor evangélico, aseguró que, a pedido de Bolsonaro, daría prioridad para liberar recursos destinados a la educación a municipios dirigidos por “amigos” de dos influyentes pastores.
“Mi prioridad es atender primero los municipios que más necesitan y, en segundo lugar, atender todos los que son amigos del pastor Gilmar”, dijo Ribeiro durante una reunión en la que habrían participado alcaldes y los pastores Gilmar Santos y Arilton Moura, quienes según el diario tendrían una gran influencia dentro del gobierno. “Fue un pedido especial que el presidente de la República me hizo”, añadió.
Las revelaciones causaron indignación y un grupo de diputados opositores también pidió que se abriera una investigación en el STF.
Ribeiro rechazó las acusaciones de tráfico de influencias y aseguró en un comunicado que Bolsonaro “no pidió una atención preferencial para nadie”.
Teólogo, abogado y pastor de la iglesia presbiteriana, Ribeiro, de 63 años, fue imputado a finales de enero por la fiscalía por “homofobia”, tras haber dicho en una entrevista publicada en septiembre de 2020 que los adolescentes homosexuales provienen de “familias inadaptadas”.
Asumió en julio de 2020 en el gobierno del ultraderechista Bolsonaro, quien tomó el poder con el apoyo de poderosos círculos evangélicos.