De nueva cuenta el presidente López Obrador estima que a finales de 2023 México retomará la autosuficiencia en producción de gasolina y diésel, con el sustancial ahorro de divisas que ello implica y, desde luego, el fortalecimiento de la soberanía energética nacional. Sería la primera vez en más de tres décadas que nuestro país registre tal condición, cancelada a partir de enero de 1990, cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari dio el banderazo de salida a la compra masiva de esos combustibles en el extranjero, bajo la premisa neoliberal –falsa, desde luego– de que “no es negocio refinarlos internamente, pero sí un desperdicio de recursos públicos”.
Ello, dijo el mandatario, “lo hemos logrado en este tiempo, a pesar de la pandemia, porque no se dejó de invertir en la rehabilitación de las refinerías. También por eso tenemos la posibilidad de mantener los precios de las gasolinas y del diésel, porque aumentó el precio del crudo y con esa utilidad podemos quitar el impuesto a las gasolinas, el IEPS, y esto va en beneficio del consumidor que está pagando la gasolina a 21 pesos la regular, 22, lo que no sucedía desde hacía mucho tiempo. Ahora es más barata la gasolina en México que en Estados Unidos; eso se ha logrado y va a continuar esa política”.
Detalló que la recientemente adquirida refinería Deer Park opera a 85 por ciento de su capacidad, mientras que las seis existentes en territorio nacional lo hacen a 70 por ciento, “después de que hemos hecho una inversión importante y se han reparado plantas. Cuando llegamos, de las seis refinerías solo dos estaban funcionando y cuatro estaban paradas, es decir, estaban procesando 30 por ciento del petróleo crudo. Entonces, ya las tenemos en 70, van a seguir aumentando en su capacidad porque continúa el programa de modernización”.
Pues bien, en esas tres décadas de las arcas naciones salieron cientos de miles de millones de dólares para pagar a refinadores foráneos (fundamentalmente estadunidenses, para quienes sí fue un enorme negocio) y así cubrir la demanda interna, a la par que el régimen neoliberal se dedicaba a hundir al sistema nacional de refinación y a Petróleos Mexicanos.
De acuerdo con la estadística de la Secretaría de Energía, en enero de 1990 por primera vez México importó gasolina: 16 mil barriles por día, volumen que al finalizar el sexenio salinista creció hasta 39 mil barriles (cerca de 145 por ciento de aumento). En el caso del diésel, su adquisición foránea comenzó en diciembre de 1995, con Ernesto Zedillo en Los Pinos: alrededor de 13 mil barriles por día, justo cuando la importación de gasolina había crecido a cerca de 85 mil barriles (volumen 2.2 veces mayor al legado por CSG).
Cuando míster Fobaproa entregó los trastes a Vicente Fox, México ya importaba 107 mil barriles diarios de gasolina y 30 mil de diésel, y los tecnócratas no quitaron el dedo del renglón: “refinar en México no es negocio”, mientras gastaban cientos de miles de millones de dólares en adquisiciones foráneas de combustibles y se negaban a construir una nueva planta en territorio nacional.
Ya con el mariguanero en la residencia oficial, la importación de gasolina se incrementó en alrededor de 60 por ciento, para concluir su sexenio con una adquisición foránea de 171 mil barriles por día, mientras la de diésel más o menos se mantuvo en un volumen similar al heredado por Zedillo.
Pero la historia no terminó ahí: llegó Borolas y la importación de gasolina se incrementó a 530 mil barriles por día y a 199 mil la de diésel, volúmenes que aumentaron a 615 mil y 262 mil, respectivamente, con Peña Nieto. Sólo en tres sexenios (Fox, Calderón y EPN) gastaron alrededor de 262 mil millones de dólares (algo así como 20 por ciento del producto interno bruto a precios actuales) en adquirir en el extranjero ese par de combustibles.
Esa fue la tétrica herencia neoliberal para el nuevo gobierno, el de López Obrador, quien decidió no solo construir una nueva refinería y adquirir 50 por ciento de Deer Park, sino rehabilitar (resucitar sería el término correcto) las seis refinerías existentes (la más “chamaca” de ellas data de 1979) y trabajar por la autosuficiencia.
En tres años redujo la importación de gasolina en alrededor de 45 por ciento y la de diésel en cerca de 67 por ciento, con miras a que en 2023 México, de nueva cuenta y tres décadas neoliberales después, sea autosuficiente en estos combustibles.
Las rebanadas del pastel
¿Y el barril mexicano de exportación? Ayer se cotizó a 107.03 dolaritos.