Londres. La nadadora Lia Thomas no sólo debe luchar contra el reloj. Ella, como atleta transexual, afronta un debate intenso, el repudio de sus propias compañeras de equipo y la transfobia por competir en la rama femenil de la natación. Si el fin de semana algunas jóvenes protestaban por su participación en los campeonatos universitarios, ayer el presidente de la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics), Sebastian Coe, expresó preocupación por la inclusión de deportistas transgénero en pruebas femeninas.
“La integridad del deporte femenino, si no tomamos medidas para su futuro, es muy frágil”, afirmó el dirigente del atletismo mundial al diario británico The Times.
Según el ex corredor de medio fondo, más allá de los debates sociales y las cuestiones de ética, la presencia de deportistas transgénero en las competencias supone un problema para la garantía de la igualdad de oportunidad.
“El género no puede ganar sobre la biología”, señaló Coe; “debemos confiar lo máximo posible en la ciencia; no hay ninguna duda de que la (tasa de) testosterona es el determinante clave del rendimiento”.
El reglamento de la Federación Internacional de Atletismo indica que una deportista transgénero debe probar que tiene un nivel de testosterona muy bajo en el año anterior a la competencia en la que quiere participar, durante esos 12 meses la persona interesada debe entregar documentos médicos de manera periódica.
Las palabras de Coe llegan unos días después de la participación de Lia Thomas en los campeonatos universitarios estadunidenses en Atlanta, donde ganó las 500 yardas en estilo libre con más de un segundo y medio sobre la segunda.
El caso de Lia Thomas, quien en el pasado compitió en pruebas masculinas, ha generado división en la opinión pública en Estados Unidos. Sus detractores estiman que cuenta con una ventaja fisiológica injusta, mientras otros defienden que pueda competir libremente como mujer.
Lia enfrenta protestas a su participación deportiva en donde se presente. Hace unos días un pequeño número de manifestantes la increpó fuera del McAuley Aquatic Center de Atlanta enarbolando pancartas con mensajes como “Apoyen el deporte justo para mujeres y niñas”.
Abierta transfobia
Lia ha dicho que no sólo es la discusión médica de fondo, sino a veces abierta transfobia.
“Trato de ignorarlo todo lo que puedo, intento centrarme en mi natación, en lo que tengo que hacer para prepararme para mis carreras y trato de bloquear todo lo demás”, dijo Thomas sobre las protestas.
Después de ganar la final de las 500 yardas libres (457 metros), Emma Weyant y Erica Sullivan, segunda y tercera, escenificaron una protesta durante la ceremonia de entrega de premios.
Mientras Thomas posaba en el primer escalón del podio, con su trofeo en brazos y una escueta sonrisa, Weyant se separó todo lo posible de ella y se colocó junto a Sullivan y la cuarta clasificada, Brook Forde.
Thomas, de 22 años, recibió un discreto aplauso al ser anunciada como ganadora mientras sus competidoras fueron ovacionadas.