Tristeza es el sentir de Abdulrazak Gurnah, premio Nobel de Literatura 2021, ante los refugiados de Ucrania, cuando “una vez más se obliga a las personas a huir de sus países y perder a los seres queridos”. Ante la amplia simpatía que reciben, declaró en una conferencia virtual que “es sorprendente que este tipo de hospitalidad y preocupación humana no siempre se extendió también a los sirios, afganos e iraquíes que aparecieron en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, quienes fueron devueltos después de estar expuestos a la intemperie en pleno invierno. Esta publicidad ha servido para exponer esta actitud parcial o sesgada hacia las personas que vienen de distintos países”, afirmó en conferencia el autor africano, cuya literatura atraviesa el tema de los refugiados.
“Uno no puede tirarle un libro a un tanque para pararlo, la literatura no puede intervenir en la guerra de ese modo”, dijo el escritor nacido en 1948 en Zanzíbar, una pequeña isla de Tanzania. “No creo que un autoritario lea un libro y se diga ‘creo que llevo toda la vida equivocado, voy a cambiar’. Lo que sí puede hacer la literatura es informarnos al resto de nosotros para que no permitamos que los tiranos abusen de nosotros.
“Siento compasión, lo mismo que todos al ver algo que es sin duda un ataque cruel y malévolo sobre los lugares de muchas personas. Es terrible ser testigos de esto”, expresó, aunque tienen “cierta suerte” por la forma en que los tratan los países vecinos, “pero no todos los pueblos son bien recibidos así”. Consideró que la reticencia en países de Europa hacia los migrantes responde a “cierto racismo”, y agregó que “no es difícil aprender que la generosidad y amabilidad son preferibles a la crueldad y a la fealdad. No hace falta ser muy listo para entenderlo”.
Gurnah emigró a los 18 años a Gran Bretaña, donde el inglés sobrepasó su lengua materna, el suajili, en sus 10 novelas y libros de cuentos. Al recibir el Nobel fue reconocido “por su penetración inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”. Al respecto, contó que el premio ha generado tanto interés y deseo de escucharlo y conocerlo, que “no le deja tiempo para escribir”.
Más de cien periodistas acudieron a la conversación vía digital con motivo del lanzamiento en español de su novela A orillas del mar, publicada por Salamandra, con título original By the Sea en 2001. Este mismo sello editó Paraíso, su única novela en castellano hasta ahora.
Saleh Omar, comerciante de 65 años que huye de Zanzíbar y llega al londinense aeropuerto de Gatwick, es el protagonista de su nueva obra literaria. Una historia real de un avión secuestrado y un anciano que llegó como refugiado le hizo pensar cómo alguien de esa edad decide iniciar una nueva vida.
Enfatizó que leemos por el placer de las palabras escritas de manera hermosa y ese acto permite humanizar el conocimiento para entender el mundo, más allá del lenguaje académico, “ese es el puente que ofrece la literatura, nos conecta con cosas que no sabemos, pero de un modo que las hace accesibles y nos permite entrar en esas experiencias”.
A orillas del mar estará disponible en librerías españolas a partir de mañana y llegará a América Latina en las próximas semanas. En línea se libera en dos días.
Más que sobre su libro, la conversación fue sobre su vida después del Nobel y las consecuencias de la fama. Opinó que ser el primer escritor africano premiado en más de 30 años (antes fue Wole Soyinka en 1986), muestra “la estrechez de valores con que se ven las producciones no europeas”. Como no es posible revertir el pasado, espera que ahora tengan mayor reconocimiento autores con otros antepasados. “Estoy convencido que es expresión del provincianismo de la Academia Sueca”.