Kiev. El presentimiento era que las fuerzas rusas, frustradas por no poder tomar Kiev, el premio principal buscado por Vladimir Putin, comenzarían a pulverizar la ciudad con artillería pesada. El daño que tales armas pueden causar se muestra gráficamente en Podilskyi.
Una lluvia de proyectiles hacia ese distrito, en las afueras de la capital ucrania, demolió un centro comercial de 10 pisos, convirtió el estacionamiento en cráter, inició un incendio que duró horas y estrelló ventanas en zonas residenciales ubicadas a 500 metros.
Ocho personas perecieron y se dice que docenas están perdidas bajo los escombros en el centro comercial Retroville. Los servicios de emergencia señalaron que era la mayor escena de daño civil en la capital ucrania en los 26 días de la guerra, y que nuevos ataques a zonas pobladas causarían una carnicería.
El estallido ocurrió después de una calma relativa en las hostilidades por Kiev durante el fin de semana. La descarga de proyectiles fue seguida por un ataque con misiles, que dieron en casas y edificios públicos. Un convoy militar ruso de casi 60 kilómetros de largo, que había partido del otro lado de la frontera, en Bielorrusia, se había dividido y comenzaba a tomar puntos de avanzada en torno a la capital en días recientes. Funcionarios occidentales dijeron que al parecer había comenzado con retraso la primera parte de su misión.
Los ucranios afirmaron que edificios tanto comerciales como residenciales habían sido atacados. El Kremlin sostuvo que el complejo comercial ocultaba un almacén subterráneo de municiones, y que por tanto era un blanco legítimo.
El bombardeo estuvo acompañado por intentos de las fuerzas rusas de irrumpir en la ciudad desde el norte, alrededor de las ciudades de Hostomel, que cuenta con un aeropuerto de importancia estratégica, e Irpin, donde fuerzas ucranias habían volado un puente y bloqueado una ruta hacia un camino ubicado a 25 minutos del centro.
Los dos ataques fueron repelidos por tropas ucranias, pero los rusos han estado recibiendo refuerzos durante la semana pasada a lo largo de la frontera norte, a la vez que avanzan desde el sur. Comandantes ucranios consideran probables nuevas ofensivas en los próximos días y noches.
El ex campeón de boxeo de peso pesado Vitali Klitschko, alcalde de Kiev, anunció un toque de queda de 35 horas que comenzó ayer a las 8 de la noche, el tercero desde que comenzó la invasión. La razón que se dio, al igual que las dos ocasiones anteriores, fue cazar a saboteadores que supuestamente trabajan para Moscú, quienes pueden entrar en acción antes del ataque ruso.
Residentes que viven a dos calles de distancia oyeron la explosión antes de que los vidrios de sus ventanas estallaran. “Fue la mayor explosión que he escuchado desde que empezó la guerra”, dijo Irina Pateruk. “Luego hubo llamas que siguieron ardiendo. Fue asombroso ver que un edificio tan grande recibiera tanto daño”.
La señorita Pateruk, quien trabaja en una compañía de productos de belleza, no estaba soprendida de que un ataque ocurriera tan cerca de su casa. “Toda la ciudad está bajo ataque, toda la ciudad es blanco para ellos. En ese centro comercial había un gimnasio al que yo solía ir, pero ahora, claro, ya no está. Pero lo principal es que no murieron más personas”, dijo.
Un 90 por ciento de las personas de la zona habían dejado sus casas y salieron de la ciudad desde que comenzó el conflicto. La señorita Pateruk, sin embargo, está decidida a quedarse. “Tengo aquí a mi hija de 14 años; ésta es nuestra ciudad, nuestro hogar. ¿Por qué irnos para volvernos refugiadas?”
Alex y Tanya Cherkasov, marido y mujer, también están entre los residentes de esa manzana que han decidido quedarse. “Somos voluntarios en la defensa de la ciudad, así que obviamente nuestro trabajo es aquí”, comentó Alex. “Además, los rusos atacan por todos lados, así que un bombardeo como éste puede ocurrir en cualquier parte”.
Viktor Nimchenko, quien abrió un puesto temporal de café para los locales, comparte la idea de que “el frente es en todas partes”. Subrayó que “Irpin no está lejos. Creo que los rusos usan armas grandes para ahuyentar a la gente de aquí. Quieren despejar la zona”.
En el frente que está en constante actividad, en el extremo norte de la ciudad, un batallón de voluntarios se encontraba entre las fuerzas que han sido sometidas a intensa presión militar rusa. La evidencia de prolongados tiroteos aparece en vehículos incendiados, retenes devastados y casquillos de proyectiles en las calles.
“La semana pasada intentaron pasar de esta zona, y luego se detuvieron unos días”, indicó el capitán Nikolai, quien no quiso que se divulgara su apellido. “Después de eso hicieron un alto, pero sí trataron de abrirse paso anoche, mucho más que antes. Normalmente hacían el intento y se replegaban; ahora parecían más decididos, pero los rechazamos. Continuaremos haciéndolo”.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya