Morelia, Mich. Michoacán es una de las entidades del país con más recursos hídricos; sin embargo, en las últimas tres décadas sus lagos se han ido secando, principalmente a causa de la sobrexplotación de recursos forestales y el cambio de uso de suelo en las zonas boscosas.
Al hacer un recuento, en el contexto del Día Mundial del Agua, resulta que el lago de Cuitzeo se encuentra en franca agonía; el de Pátzcuaro ha perdido alrededor de 2 mil 500 hectáreas de un total de casi 12 mil y sus aguas están gravemente contaminadas, con una cantidad de azolve que ha reducido en más de dos metros su profundidad promedio, que es de cinco.
El muelle principal ha quedado muy por debajo de su nivel; incluso hubo necesidad de excavar un canal para que pudieran avanzar las embarcaciones hacia la isla de Janitzio.
El más sustentable, que es el lago de Zirahuén, se encuentra afectado por químicos que utilizan sembradores de aguacate.
Esta situación se puede constatar con hacer una visita a cada una de las zonas donde se encuentran estos cuerpos de agua. Además, autoridades estatales ambientales e investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y de la Universidad Nacional Autónoma de México campus Morelia han reconocido los daños y la drástica disminución de volúmenes.
En 2021, por estas fechas, 70 por ciento de las aproximadamente 44 mil hectáreas de superficie del lago de Cuitzeo se encontraban secas; en la actual temporada de estiaje la parte poniente, que se vacía cada año, aún tiene una profundidad de entre 15 y 20 centímetros, pero dependerá de la cantidad de lluvia que así continué o disminuya.
La actividad pesquera en la región ha desaparecido en 80 por ciento, lo mismo que sus cinco cooperativas, porque este oficio dejó de ser rentable.
El lago de Pátzcuaro, ícono del estado, en 1974 contaba con 11 mil 873 hectáreas; actualmente apenas rebasa 9 mil.
El impacto de actividades humanas, como el aumento del cultivo de aguacate, ha provocado que se acumulen miles de toneladas de lodo, al menos 4 mil toneladas de fertilizantes y 40 millones de litros de aguas residuales anuales provenientes de las comunidades ribereñas de Quiroga, Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Erongarícuaro.
Hasta hace apenas 15 años Zirahuén era un depósito natural de agua sustentable, transparente y rodeado de árboles. Actualmente han sido deforestadas al menos unas 15 mil hectáreas y debido a la siembra de aguacate han escurrido en éste gran cantidad de químicos que provocaron el surgimiento de algas de color amarillo que cubren parte de su superficie.
De 1980 a la fecha, el estado perdió un millón 200 mil hectáreas de bosque y le quedan un millón 500 mil, según datos de la Secretaría estatal del Medio Ambiente; las principales causas han sido el cambio de uso de suelo, así como los incendios forestales, la mayoría provocados, de acuerdo con la Comisión Forestal de Michoacán.
La tala, legal e ilegal, también ha sido otro factor determinante para llegar a la crisis ambiental que actualmente prevalece en la entidad, señaló Arturo Chávez, investigador de la UMSNH.
Las regiones purépechas Meseta, Lacustre, Cañada de los Once Pueblos y la Sierra son las más preocupantes, porque sólo conservan 35 por ciento de ese ecosistema; las tierras desde hace décadas se utilizan para el cultivo de maíz, frijol, papa y más recientemente para huertas de aguacate y moras.
Hace una década había 120 mil hectáreas de plantíos de aguacate en el estado; actualmente hay unas 200 mil en más de 30 municipios y se trata de un cultivo que requiere mucha agua.
Uno de los ejemplos más lamentables en cuanto a descuido ambiental se ha dado en el sur de Morelia, donde se han construido decenas de fraccionamientos, centros comerciales, escuelas privadas, en una zona que se consideraba el pulmón de la ciudad, pues contaba con vastos recursos naturales; las tenencias más afectadas fueron Jesús y San Miguel del Monte.
El panorama no es favorable en la entidad: los ríos están cada vez más contaminados, lo mismo que las 26 presas que hay en el estado, sin contar con que las aguas subterráneas están siendo sobrexplotadas; lo más grave es que el ritmo de deterioro no disminuye.