Debido al interés del público, la exposición Mano de obra: Oficios en la gráfica mexicana, siglos XX y XXI extenderá su periodo de exhibición en el Museo Nacional de la Estampa (Munae) hasta junio próximo. Se inauguró en diciembre pasado para celebrar los 35 años del recinto.
Emilio Payán, director del Munae, expresa su beneplácito por la prolongación de la muestra integrada por 270 obras, de más de 180 artistas, tanto consagrados como en ciernes: “Ha sido un éxito, con una afluencia de cerca de mil personas. Aumentaremos las actividades presenciales y virtuales en torno a la exhibición en este segundo periodo”, informa a La Jornada.
Mano de obra busca dar un “nuevo giro” a la disciplina del grabado más allá de su asociación con José Guadalupe Posada o el Taller de Gráfica Popular, así como su relación con temas de corte socio-político.
Para Raúl Cano Monroy, curador de la muestra junto con Karen Juárez Peña, se ha cumplido con la difusión tanto del acervo como de lo contemporáneo. Se ha abierto, asimismo, una nueva visión en cuanto a la gráfica mexicana, además del rescate de artistas olvidados, como Elena Castañeda, Carlos Ávila, Aurora Estrada, Ángel Navarrete y Otilia Molina, quienes no tenía un espacio relevante en una muestra en los recientes 30 años.
En paralelo a la gráfica exhibida, “sinónimo de lucha”, hay otra relacionada con la economía y la subsistencia del pueblo mexicano, sintetizado por medio del trabajo diario. Aunque se trata de una temática considerada “secundaria” en las muestras de gráfica, por ejemplo, estos campesinos, obreros y maestros protagonistas de los movimientos sociales, ¿cómo percibían sus ingresos?, preguntó Cano Monroy en el recorrido de prensa.
Mano de obra es, pues, el otro lado de lo que hace ese pueblo luchador para salir adelante. Son dos perspectivas que van de la mano; sin embargo, la del trabajo cotidiano se mantuvo de lado, acotó el curador.
La exhibición, organizada en seis núcleos, tiene otro aspecto. Cano Monroy, quien tuvo acceso al acervo del Munae hace unos años para otro montaje, se dio cuenta de que el Frente Nacional de Artes Plásticas organizó en 1955 una muestra independiente, de itinerancia internacional –comenzó en Polonia y finalizó en China–, que fue financiada por los mismos artistas.
“Retomamos el concepto de esta exposición en el sentido de incluir creadores que no tenían una trayectoria extensa”, señaló el curador. En aquel entonces, “muchos eran estudiantes todavía, alumnos de Alfredo Zalce o de Fernando Castro Pacheco. Aquí tratamos de hacer lo mismo, primero, con la colección del museo, porque en ella hay obras de la autoría de esos entonces artistas jóvenes, algunos de los cuales rescatamos para integrarlos con sus contrapartes actuales”.
El guion museográfico comprende dos periodos –uno moderno, otro contemporáneo– que se confrontan y conectan. Oficios como el de aguador decayó y fue sustituido por el de vendedor de garrafones de agua purificada, y se incorporan oficios nuevos, como el viene-viene, el limpiaparabrisas; incluso hay una referencia al home office.
Figuran grabados de Susana Neve, Alfredo Zalce, Mariana Yampolsky, Adolfo Mexiac y Leopoldo Méndez, así como de Noel Rodríguez (Gráffika Urbana), Luisa Estrada, Taller La Cuija Gráfica y Clarissa Alamilla, entre los jóvenes creadores.
El Museo Nacional de la Estampa se ubica en avenida Hidalgo 39, Plaza de la Santa Veracruz, colonia Centro.