Kiev. En un refugio antibombas improvisado en la capital de Ucrania, al menos 20 bebés nacidos de madres sustitutas esperan a que sus padres extranjeros puedan viajar al país devastado por la guerra y los lleven a casa.
Los pequeños, algunos de apenas unos días de vida, están bien atendidos, pero incluso bajo tierra se oyen claramente las detonaciones ocasionales.
Muchas de las enfermeras del centro de gestación subrogada también están varadas en el refugio porque es demasiado peligroso llegar y volver de sus casas. Las tropas ucranias se han resistido a las fuerzas rusas en los suburbios de Kiev, frenando los esfuerzos de cercar la capital.
“Ahora nos quedamos aquí para salvar nuestras vidas y las de los bebés”, dijo Lyudmilia Yashchenko, una enfermera de 51 años. “Nos ocultamos aquí de las bombas y de esta espantosa miseria”.
Yashchenko dijo que salen a diario para tomar algo de aire fresco, pero no se atreven a quedarse mucho tiempo fuera. Ella también teme por sus hijos: los dos, de 22 y 30 años, luchan por defender su país.
El agotamiento es constante.
“Apenas dormimos”, dijo Yashchenko. “Trabajamos todo el día”.
Ucrania tiene una floreciente industria de gestación subrogada y es uno de los pocos países que permiten el servicio para ciudadanos extranjeros. Los padres de estos bebés viven en Europa, América Latina y China.
Yashchenko declinó concretar cuántos padres viajaron para recoger a sus hijos, cuántos bebés seguían esperando o cuántas madres sustitutas esperaban dar a luz pronto.
Aunque había comida y suministros en abundancia para atender a los pequeños, las enfermeras no podían más que esperar a que los recién nacidos fueran recogidos, al igual que aguardan a que termine la guerra.