Ciudad de México. En Francia no va a ser posible detener una subasta o impedir que se vendan piezas precolombinas, opina en entrevista Blanca Jiménez, embajadora de México en ese país europeo. La estrategia ante esa situación, explica, es crear conciencia de que no es correcto comercializar el patrimonio de otros pueblos y fomentar la mentalidad entre los franceses de que, así como dejan de comprar abrigos de mink también lo hagan con las obras de manufactura prehispánica.
Una de las problemáticas es que las legislaciones entre países son muy diferentes, mientras convenios como el firmado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y recientemente el del Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (Unidroit) no son obligatorios.
“Estamos viendo que en muchos lados las personas en otros países empiezan a retornar piezas. Hay que construir la narrativa. En México es otra: no hagas excavaciones ilegales ni te lleves piezas”, expone la embajadora desde París.
Por ejemplo, en días recientes la galería Zacke retiró una pieza mexicana del catálogo de la subasta del 11 de marzo que se llevaría a cabo en Austria, y el pasado martes (15 de marzo), la Casa Bonte, en Bélgica, excluyó tres figuras zoomorfas originarias de Colima que fueron identificadas como propiedad de México. Sin embargo, los remates realizados en enero y el año pasado en Francia no se suspendieron, a pesar de los llamados del gobierno de México.
La embajadora explica que la estrategia que se ha implementado ante la venta del pasado prehispánico en el mercado del arte consiste en sensibilizar a la sociedad francesa con criterios con los que se puedan identificar, como que no se puede comercializar este patrimonio cultural, porque queda en colecciones privadas y el mundo ya no puede verlas; estamos perdiendo historia de la humanidad.
“Ya no sabremos cómo vivían los mayas o los aztecas. También afecta a un europeo, porque tenían criterios de sustentabilidad, por ejemplo. Que no sepamos cómo usaban la herbolaria, podría ser importante para curar enfermedades ahora. Ese es el discurso que estamos haciendo.”
En las aduanas también se ha reforzado el trabajo para impedir la salida ilegal de piezas. Lo que ocurre, señala Jiménez, es que circulan las mismas piezas que se vendieron hace uno o dos años. “Tenemos un mercado que vende cada vez más caro un objeto; parece un manejo del dinero un poco peculiar”.
Fue en los años 40 o 50 que aumentó el comercio de las piezas precolombinas y el gusto por este arte, cuando había mayor interés por las de origen africano. Ahora hay un gusto por coleccionar incluso en países de Asia, como China y Japón.
“Hay que entender que para esta gente que tiene dinero, coleccionar es un signo de riqueza, como tener un Picasso o una obra reconocida. En el mundo de las subastadoras es como un vino caro, un bien más. No entienden la diferencia de la cuestión cultural, que es una obra con significado y nos sirve para conocer mejor la historia de la humanidad.
“Aquí en Francia, el derecho de la propiedad está incluso como parte de los derechos del hombre; es un máximo derecho. No se le puede quitar a nadie la propiedad de algo”, explica la ingeniera ambiental e investigadora que encabeza la representación diplomática desde junio de 2021. Aunque hayan comprado una pieza que probablemente salió de manera ilegal de México, si el vendedor demostró que era legal, se considera que el segundo propietario obró de buena fe, por tanto no se puede actuar contra eso. “Ya está blanqueada, por decirlo de alguna forma”.
Experiencia italiana
La situación es diferente, por ejemplo en Italia, país que fue objeto de saqueos y expolios del antiguo imperio romano. Allá tienen leyes que protegen el patrimonio y que favorecen el regreso de las piezas, es una nación que promueve esta salvaguarda en su suelo, porque tienen este problema.
Blanca Jiménez comenta que parte de su trabajo ha sido estar alerta a las subastas, obtener el catálogo, pedir la opinión de los expertos mexicanos y hacer el reclamo. “Cuando vamos a las subastadoras a entregar una carta, ya ni nos reciben. Pero los hemos invitado a conversar sobre el problema. Es difícil de entender, porque para ellos es una cuestión de ganancias”.
Se suma que ellos están vendiendo piezas que son de reciente manufactura. Eso quiere decir que pueden enfrentar una demanda por vender bienes “falsos”.
Entra en juego el expertizaje, porque las casas cuestionan cómo es posible que a partir de una foto en México se haga un peritaje, cuando ellos tienen a su propio conocedor que está evaluando la pieza. Pero aquí son grupos en el Instituto Nacional de Antropología e Historia los que las examinan, no son sólo arqueólogos, sino unos seis especialistas en distintas disciplinas.
Y claro, en México se han dedicado a estudiar por regiones a mayas, aztecas, zapotecas, por ejemplo. En cambio, las casas de subastas cuentan con un experto para toda Mesoamérica, a veces hasta de África y Egipto. No se puede comparar.
La diplomática comenta que en Alemania se han comenzado a restituir bienes despojados a los judíos. Entonces, ante esta medida, “parece que empiezan a enviar las piezas a otros países donde no es delito”. Y como no hay fronteras entre países europeos, ahí venden las obras donde sí se permite.
“Estamos entrampados en una serie de temas muy difíciles de seguir. Porque, si uno se va contra una casa subastadora, ésta empieza a demostrar que la pieza se vendió hace un año, y dan el nombre del propietario anterior. Se empieza a rastrear y certifican que legalmente fueron comercializadas recientemente. Es muy difícil actuar en este tema, por eso no se pueden hacer cosas legales, a menos que logremos identificar una o dos piezas que salieron después de 1972.”