Un motivo de asombro en nuestra vida política es la larga vigencia del partido único, conocido como PRI, aunque su origen data de muchos años antes. En contra de lo que se piensa, el partido único no fue un invento genial de Calles. Años antes, Carranza y Obregón habían pensado en la necesidad de unir a los grupos que habían sobrevivido a la Revolución y que se ostentaban a sí mismos como “revolucionarios”, pero sin duda, fue mérito de Calles el haber concretado la posibilidad: disciplinar y unificar a todas las fuerzas políticas vigentes después de la muerte de Obregón.
Podemos decir que el partido único que comenzó llamándose Partido Nacional Revolucionario (PNR) fue una proeza. Repasemos su vigencia: 10 sexenios en el poder, sin perder nunca una elección a presidente de la República. El partido logró aglutinar a la clase política. Impidió las matanzas por las que se había definido la lucha por el poder y fue cantera de la cual el gobierno pudo extraer a los administradores públicos para llevar adelante sus programas.
Todo por servir se acaba. El partido comenzó a debilitarse debido a sus éxitos y a que no dejaba espacio para sus competidores, que empezaron a crecer a partir de la década de los 60. Careció de flexibilidad para permitir la entrada de personas con mentalidad renovadora. Tuvo que reprimir con violencia, primero a los movimientos sindicales y luego a quienes reclamábamos respeto a los derechos humanos y diálogo público. En su larga historia, había utilizado el fraude electoral cuando la voluntad popular no coincidía con las decisiones del partido. En 1988 llegó al colmo, “tiraron” el sistema electoral para justificar la alteración de los resultados.
Las cosas tendieron a volverse peores conforme pasó el tiempo y careció el partido de un presidente reformista. El desastre en que terminó el gobierno de Salinas forzó al presidente Zedillo a aflojar los controles y a permitir la alternancia: el PAN logró ganar la Presidencia, pero no cambió el régimen.
Muchos se preguntan si podría restablecerse un partido único, creo que es imposible. No porque no haya gente encantada con esa restauración, incluso que lleguen a representar una mayoría dentro de la ciudadanía. Es posible que haya tendencias hacia una “dictadura de partido”, pero la pluralidad de la sociedad mexicana impediría una nueva hegemonía. El partido único pertenece al pasado y no podrá ser restaurado.