Santiago. Al finalizar la edición 59 del Festival de la Trova Pepe Sánchez se ratificó la vitalidad de ese género, cuyos orígenes se remontan a siglos, cantando al amor y al desamor.
En el Sendero de los Trovadores, del cementerio patrimonial Santa Ifigenia, tuvo lugar el tradicional homenaje al sastre-juglar que nombra a la festividad y creó Tristezas, el primer bolero, además de situar la fecha de su nacimiento como Día del Trovador.
Tres jornadas del jubileo de voces y guitarras concluyeron ayer para sostener la más antigua cita musical en Cuba, que ha reunido a lo largo de casi 60 ocasiones a intérpretes de diversas latitudes y a cubanos de la más raigal pertenencia a esa vertiente musical.
El parque Céspedes, la Casa de la Trova, la biblioteca provincial Elvira Cape, el Museo de la Música Pablo Hernández Balaguer y la fundación Caguayo, han acogido las descargas trovadorescas y las sesiones teóricas centradas en la evocación del medio siglo del Movimiento de la Nueva Trova.
Patrimonio cultural
Durante estas jornadas trascendió también la primicia radial relacionada con las acciones para resguardar esa obra sonora de Pepe Sánchez, por la vía del testimonio de Julián Padilla, su nieto y destacado productor y realizador de la emisora provincial CMKC.
A cargo del periodista de Radio Siboney, Reinaldo Cedeño, Premio Nacional de Periodismo Cultural, el espacio actualiza a propósito de ese empeño que juntó a admiradores del legado del compositor en la preservación de esa valiosa herencia para la cultura cubana.
Con sus propios recursos económicos y convocando a los mejores copistas de aquellos años en la ciudad, rememora Cedeño, lograron salvar esa pieza emblemática de un género declarado como patrimonio cultural de la nación.
Afirma que el olvido, capaz de sepultar tantas cosas, estuvo a punto de hacerlo con esa joya del arte y el sentimiento, creada en 1883 y rescatada en ese momento histórico para la música en Cuba.