En estos difíciles tiempos, en que Europa se encuentra amenazada por una guerra empezada hace más de tres semanas por Rusia contra Ucrania, un monumento por la paz que fue erigido bajo iniciativa de la comunidad rusa en Alemania adquiere una relevancia fundamental.
En Gifhorn, una pequeña ciudad en el estado de Baja Sajonia, al norte, en el marco de la reunificación de 1991 y bajo el auspicio del entonces dirigente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, se erigió un bello espacio para conmemorar la historia de Alemania y Europa desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, hasta la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989.
Se trata de una inmensa obra de arte en madera de 4 mil metros cuadrados que alberga una iglesia ortodoxa donde la comunidad rusa de la región acude a los servicios religiosos en su lengua materna.
Cincuenta cúpulas doradas cubiertas con oro de 24 kilates completan esta bella construcción que se levanta orgullosa en medio de un campo rodeado por árboles, riachuelos y pequeños lagos.
El interior del templo impacta al visitante desde el primer momento, se encuentra decorado con incontables íconos religiosos y pinturas murales que provienen de San Petersburgo, la antigua Leningrado de la Unión Soviética. Con cita previa se realizan visitas guiadas en diferentes idiomas.
Esta región de Baja Sajonia es conocida por los asentamientos de familias de origen ruso que conservan y cultivan muchas de sus tradiciones, su lengua y elementos gastronómicos que enriquecen a la población.
El paisaje que rodea a esta espectacular construcción es un museo internacional al aire libre de molinos de agua y viento que desde 1980, cuando fue inaugurado, se ha convertido en un importante destino turístico del norte de Alemania. El área total comprende alrededor de siete hectáreas.
Desde los caminos y carreteras aledañas es imposible apartar la mirada ante la monumentalidad de la iglesia rusa y los molinos de viento, un espacio único en toda Alemania.
Abierto sólo entre marzo y octubre, por las inclemencias del invierno, el visitante puede informarse del desarrollo histórico de una importante herramienta que aprovecha la energía eólica para moler algunos granos y las técnicas de almacenamiento.
Protegida por altas columnas de herrería, frente a la iglesia rusa se levanta una inmensa campana de 10 toneladas de peso. De hecho, la campana da nombre a todo el conjunto que se conoce como Palacio de la Campana.
El rostro de Gorbachov, textos en ruso y alemán se encuentran grabados en ella, protegida por una estructura de asbesto en la que se puede leer: “Esta campana nos recuerda a los alemanes el valioso tesoro de la unidad alemana y nos obliga a recordar estar al servicio de la paz y la libertad en Europa y el mundo”. También llama a rezar y pedir a Dios por la paz y la libertad de Europa.
Alia Lira Hartmann, corresponsal