“La globalización empezó en 1519”, aseguró en entrevista el narrador gráfico José Luis Pescador (Ciudad de México, 1979), creador de la historieta La caída de Tenochtitlan, publicada por Grijalvo. Consideró que la Conquista de México “constituyó una saga épica, que implica una tragedia, personajes traidores e incluso un sabor de venganza, no es una historia más ocurrida en la antigüedad, sino que se siente como en la piel, que pasó ayer”.
Apuntó que “cuando los franceses leen Ásterix –historieta cómica con aventuras que ocurren durante la ocupación del Imperio Romano en la antigua Galia, en el año 50 antes de Cristo–, tienen un dejo de revanchismo contra los romanos. Pero yo no tomo partido, intento demostrar que no fueron sólo los españoles quienes acabaron con la civilización mesoamericana, por eso se llama La caída… y no La Conquista de México, me enfoco en los acontecimientos que pasaron para que esa ciudad cayera.
“Es imposible no mirar lo que venía aparejado con los españoles, el cambio cultural tan fuerte que está apenas esbozado en la obra. Las enfermedades fueron un factor decisivo. Creo que está bastante equilibrada la visión de un bando y otro, presento a los españoles como unos aventureros que van atravesando selvas y ciudades, mientras los indígenas aprovechan la llegada de estos seres extraños para hacer de las suyas”, dijo el también ilustrador del cómic Tetelcingo: Las fosas del olvido, disponible en https://lekilkuxlejal.org/wp-content/uploads/2019/02/Revista-Resiliencia-3_Lekil-Kuxlejal.pdf.
“Ahora es muy fácil decir ‘claro, esto fue un genocidio’, pero en ese momento nadie imaginaba el resultado, incluso los españoles no sabían qué estaban pisoteando –creo que nunca se enteraron–, sólo que les implicaría darse grandes ganancias. Y nosotros somos resultado de todo eso, por eso no podemos decir ‘chale, los españoles’, porque nosotros somos esos españoles también. Si vamos a Guerrero, a Morelos, a Yucatán, las culturas de las naciones antiguas siguen ahí, vivas, como si no hubieran cambiado de opresor”.
La caída de Tenochtitlan constará de cuatro entregas; las primeras dos ya están en las principales librerías del país. Pero otra muy importante obra de Pescador, una biografía de Diego Rivera que ilustra primorosamente un guion de Francisco de la Mora, sólo se ha editado en Inglaterra.
Mencionó que ambos trabajaron en esta novela gráfica durante seis años, en los cuales De la Mora “se la pasó documentándose, contactando a la gente que tiene los derechos de las obras de Diego Rivera”, y que el artista ilustró con acuarelas “evocando sus pinturas; hacerla a línea de tinta hubiera sido más sencillo, más rápido. Pero ante la magnitud de su trabajo, decidimos dedicarle su tiempo.
“Diego no fue más que un hombre, pero tocó tantas vidas tan importantes que su biografía no implica sólo su retrato, sino un fresco que incluye a personajes vitales de la primera mitad del siglo XX, mucho más allá de Frida Kahlo y Dolores Olmedo, a Picasso, a Modigliani, a todos los artistas y los momentos más importantes de su era, sus viajes a Detroit, a Nueva York con Rockefeller, a Moscú. El Panzón abarca todo ese cuadro”, señaló sobre este cómic, que puede comprarse en Amazon, y que el diario inglés The Guardian calificó como “el libro del mes” en febrero anterior, el cual reseñó en https://www.theguardian.com/books/2022/feb/01/diego-rivera-by-francisco-de-la-mora-and-jose-luis-pescador-review-rumbustious-hymn-to-a-radical-artist.
En contraste a los importantes temas que Pescador aborda en su obra, también realiza divertidos, desmadrosos cómics protagonizados por su personaje El Marambo –cuyos cuentos están a la venta en marambocomics@gmail.com–, al que llama “un ‘diablillo mixteco-tibetano’ de cuatro ojos inspirado en El Tecuán, personaje de un baile de los estados de Guerrero, México, Morelos y Puebla”, con el que “puedo soltar la presión de la olla exprés, jugar y ver hasta dónde puede llegar el humor”.
El artista remató: “el cómic es un vehículo de memoria. Si perdemos la memoria estaremos siempre dando palos de ciego. La historieta es una herramienta bien bonita, formidable para entender cualquier cosa, y un registro de nuestro paso por el mundo y nuestra realidad”.