Si uno fuera mal pensado, y sólo si uno fuera mal pensado, podría afirmar que la decisión del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, de nombrar como jefe de la misión de observadores en la revocación de mandato al peruano Fernando Tuesta, es un acto de venganza y provocación.
Para alimentar ese mal pensamiento están los datos: bien podríamos asegurar que entre Tuesta y Lorenzo Córdova, machuchón del Instituto Nacional Electoral, hay algo más que una coincidencia de intereses en los procesos electorales, hay una sólida amistad.
Debemos recordar que Tuesta estuvo en nuestro país como integrante de aquella misión de acompañamiento internacional cuyo trabajo era “expresar su preocupación por el aumento de ataques contra el INE”, y advertían sobre supuestos “llamados a realizar actos violentos en contra de sus consejeros”.
La misión consideraba que lo decidido por el organismo para hacer inválida la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero y las declaraciones de éste en el sentido de acudir a la casa de Córdova a protestar por la exclusión de la que había sido objeto, eran de peligro para el titular del organismo electoral mexicano.
Claro que la misión nunca ofreció un posicionamiento sobre la decisión del INE, que para muchos fue excesiva, pero sí hablaron de la “polarización política” y del uso de una narrativa en el ámbito que, ellos suponían, podría significar un llamado a la violencia, situación que nunca se presentó y, por el contrario, se acataron los juicios del órgano electoral, es decir, Macedonio no fue el candidato de Morena, y tampoco hubo los exabruptos anunciados.
Pero la apasionada defensa de la integridad física de Córdova no es el único encuentro entre estos personajes. En 2014, en Perú, en el hotel Hilton de Lima, Tuesta y Córdova coincidieron en un congreso internacional sobre estudios electorales. No sería nada raro, pero ellos fueron, en el evento “de corte internacional”, las voces más destacadas.
En 2018, en nuestro país, y en el marco de la Conferencia Interamericana de Organismos Electorales, Lorenzo Córdova, como anfitrión del evento dio a Tuesta el honor de protagonizar la conferencia de apertura. La amistad está consolidada. Luego vino Guerrero.
Desde luego habrá una serie de cuestiones técnicas que estos personajes pueden argumentar para decir que sus “coincidencias” no son más que parte de nuestros malos pensamientos, pero a fin de cuentas son hechos.
El asunto es que Tuesta, quien presidió la Oficina Nacional de Procesos Electorales que creó Vladimiro Montesinos –que en Perú se ha calificado como una institución mafiosa para organizar fraudes electorales–, profesor de la Universidad Católica, integrante del gobierno que dejó en libertad a Alberto Fujimori y enemigo de todas las políticas de Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, no puede ser, de ninguna manera, un juez imparcial en una consulta popular como la revocación de mandato.
Por eso, cuando decimos que Almagro busca venganza por los calificativos con que López Obrador ha señalado su gestión, no parece algo muy descabellado, y si decimos que es una provocación es porque en manos del INE estaba aceptarlo o rechazarlo como observador, y esto, que seguramente ya se sabe en donde debe saberse, obtendrá una respuesta por parte del gobierno de nuestro país.
Ojalá y esa réplica no se enrede en la provocación y si se da, que sea políticamente cuidadosa y contundente. Total, para eso está la Secretaría de Gobernación, ¿o no?
De pasadita
En el affaire Sandra Cuevas se descubren situaciones a veces impensables. Ahora resulta que el presidente de la mesa directiva del Congreso de la Ciudad de México, Héctor Díaz Polanco, aceptó el permiso que solicitó, pero se olvidó que la funcionaria estaba suspendida por una orden judicial, así que ahora hay un conflicto que deberá resolverse, y no es broma.