Pese a que nos inundan noticias y videos en redes sociales con testimonios de violencia en pueblos y comunidades, existen algunos municipios en el país que mantienen bajos índices delictivos y de violencia. ¿Qué tienen en común esos municipios, cómo logran revertir la inseguridad y los hechos de violencia?
De acuerdo con la investigación Policías municipales y organización comunitaria: un desafío para la paz, realizada por el Centro de Investigación y Acción Social por la Paz (CIAS por la Paz), en estos municipios la clave está en la relación que establecen las policías municipales y la población, en que sus policías están capacitadas para colaborar con estructuras territoriales ciudadanas, a través de consejos, mesas y redes vecinales.
CIAS por la Paz, fundado en 2015 a través de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, hizo éste y otros hallazgos trabajando en ocho municipios, de cinco estados del país: San Nicolás, Escobedo y San Pedro Garza García, en Nuevo León; Saltillo, en Coahuila; Chihuahua, Chihuahua; Cherán y Tancítaro, en Michoacán, y Nezahualcóyotl, en el estado de México.
Utilizando como materia prima la entrevista directa a su población, así como a integrantes de las policías municipales y sus directivos, la investigación (con 36 entrevistas en total) logra reconocer que el trabajo de la ciudadanía y las autoridades municipales han podido innovar la función policial y vincular las estructuras comunitarias a las tareas de seguridad (ciasporlapaz.org).
De igual manera, pone en evidencia los vacíos que existen en las policías estatales o federales para lograr bajos índices delictivos de manera sostenible. Y afirma que la complejidad de la violencia necesita de estructuras territoriales ciudadanas y policías preparadas para trabajar con ellas.
Este informe da cuenta de cómo se pasó de la concepción de una ciudadanía beneficiaria a una ciudadanía colaboradora, de una seguridad militar centrada en el uso de la fuerza para resolver problemas, a una seguridad ciudadana centrada en la resolución de problemas a través de la palabra y el acuerdo.
Se ubicaron 18 factores que posibilitan bajos índices delictivos sostenidos: Los primeros cuatro hablan de la relación policía-comunidad: 1) espacios de encuentro entre policías y ciudadanía que disponen a la colaboración; 2) capacidad para atender problemas y generar confianza; 3) conocimiento y familiarización con los jóvenes; 4) habilidades de colaboración con otras instancias de gobierno, empresarios, escuelas, organizaciones sociales, iglesias, etcétera.
Los siguientes señalan acciones y perfil de las policías: 5) instancias para la rendición de cuentas de la policía de manera interinstitucional; 6) mecanismos para la transparencia y la rendición de cuentas de manera territorial; 7) experiencias que remiten a una ética de servicio; 8) conocimiento del territorio y comprensión de las causas de la violencia; 9) satisfacción de pertenecer a la corporación; 10) cultura de deliberación participativa; 11) formación en derechos humanos y perspectiva de género.
Los últimos siete factores describen cómo actúa la comunidad para lograr la paz: 12) liderazgos que favorecen un enfoque comunitario; 13) promoción de la organización comunitaria para realizar tareas de prevención del delito; 14) participación de la ciudadanía en la construcción de criterios y/o selección del personal; 15) instancias de análisis, planeación y evaluación externas de estrategias de seguridad; 16) mecanismos para atender conflictos vecinales; 17) incorporación de la tecnología para la prevención y la reacción; 18) estrategias de seguridad contextualizadas y flexibles.
Todo esto brinda la oportunidad de construir los indicadores de una policía de proximidad, una seguridad ciudadana o una policía municipal eficiente, bajo el principio de que la fuerza por sí misma no sostiene la paz, pues se necesita crear institucionalidad local para atender la conflictividad vecinal, con flexibilidad para adaptarse a las nuevas realidades.
Se hallaron dos modos de comprender la conflictividad social: uno militar, regido por la lealtad al mando, el cumplimiento de la ley, control social, los índices delictivos, lo nacional y la disciplina. Y otro ciudadano, que prioriza el discernimiento, el contexto, el diálogo, la evaluación, lo local y la flexibilidad. Se confirma así que la mejor policía es aquella capaz de resolver conflictos vecinales.
CIAS por la Paz reconoce la creciente militarización que existe en México, el aumento de las violaciones a derechos humanos, los desplazamientos forzados, y las víctimas que han dejado las fallidas estrategias de seguridad de varios sexenios, así como la lamentable colusión de agentes de seguridad con el crimen organizado. Sin embargo, con este informe se construye esperanza hacia las buenas prácticas, donde la violencia se debe atender por regiones y con diagnósticos serios y donde gobiernos y comunidades estén involucrados.
* Jesuita, asistente del Sector Social de la Compañía de Jesús.
Twitter: @Jesuitas_Mexico