El papel que tendrá el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) en el plan de transformación del sistema sanitario para población sin seguridad social está en el aire. Aunque fue concebido para ser el responsable de la prestación de los servicios médicos, la administración de los recursos económicos, humanos y de infraestructura, la estrategia anunciada el pasado martes, que tiene como pilar al programa IMSS Bienestar, todavía no está totalmente definida, comentaron funcionarios del sector.
Luego de dos años de retraso en el cumplimiento del Plan Nacional de Salud, con el cual se planteó la meta de garantizar la atención médica y medicamentos gratuitos para todas las personas, ahora lo importante para el gobierno federal es acelerar el proceso. De ahí la decisión de tomar como base a IMSS Bienestar, el cual tiene un esquema de prevención y atención de enfermedades bien definido para las zonas rurales.
No obstante, son varios asuntos que todavía no se han definido a cabalidad, entre otros, si como dice la Ley General de Salud, el Insabi seguirá siendo administrador de los recursos económicos o si éstos pasarán a ser responsabilidad del programa dependiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Juan Antonio Ferrer, callado
El pasado martes cuando se presentó el nuevo plan de salud para la población sin seguridad social en Palacio Nacional, llamó la atención que el titular del Insabi, Juan Antonio Ferrer no hizo uso de la palabra, a pesar de la responsabilidad que tiene, lo que incluye las transferencias presupuestales a las entidades, la compra de fármacos y la contratación de personal.
Tiene que ver, de acuerdo con los funcionarios consultados, que “hay cosas que estarán cambiando” en el camino, como el campo de actuación específico que tendrán IMSS Bienestar y el Insabi.
Lo cierto es que el denominado modelo de transformación es, en los hechos, el replanteamiento de la estrategia inicialmente propuesta por la administración federal, la cual contemplaba que los gobiernos de los estados continuarían siendo los responsables de la prestación de los servicios, aunque bajo los lineamientos administrativos determinados desde el Insabi y la federalización habría de tener un avance progresivo.
Con la creación del Insabi y su entrada en operación, el primero de enero de 2020, se concretó la desaparición del Seguro Popular, esquema de financiamiento de los servicios de salud que funcionó durante 15 años en la nación y que logró la afiliación universal, pero no el acceso a la atención médica efectiva e integral para todos los mexicanos.
La reforma legal dio al Insabi la misión de revertir las carencias en las unidades médicas en todos los niveles de atención, sobre todo en los centros de salud y hospitales generales localizados en las zonas rurales, históricamente en una situación de rezago.
Para ello, pondría en marcha el Modelo de Salud para el Bienestar (Sabi), enfocado en la Atención Primaria de la Salud (APS) para fortalecer la prevención y detección oportuna de enfermedades.
Las metas siguen pendientes. Entre otras, proveer la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y demás insumos necesarios para la atención de personas sin seguridad social. Hasta ahora, la gratuidad únicamente aplica en los institutos nacionales de salud y hospitales de alta especialidad, aunque todavía los pacientes compran sus medicinas.
La falta de servicios se agravó por la necesaria reconversión hospitalaria que se realizó en el país para la atención de enfermos de covid-19. Esto llevó a la suspensión de los servicios para otras enfermedades. Los pacientes no tuvieron la atención que requerían y tampoco los medicamentos.
El Insabi tampoco logró avances en la ampliación de la cobertura de enfermedades complejas y de alto costo, las cuales generan gastos catastróficos a los pacientes y sus familias. Inició con 66 padecimientos que ya cubría el Seguro Popular y a la fecha el número se mantiene sin cambios.