El tiempo avanza inexorable, los días son largos, los meses no tanto y los años muy cortos para lograr avanzar en un proceso de verdadera transformación que apenas empieza y tiene muchos pendientes con grandes avances en política asistencial, pero no en política económica, seguridad y verdadera distribución de la riqueza entre otros rubros, no obstante los grandes esfuerzos del gobierno federal, por lo que es responsabilidad de los más cuidar, impulsar y contribuir a profundizar lo avanzado.
En esta circunstancia es bueno recordar el principio de que nadie es dueño de la verdad absoluta y la preocupación que tenemos quienes antes y ahora luchamos por no desaprovechar ni poner en riesgo de retroceso el avance que apenas comienza para lograr una transformación de verdad con la oportunidad abierta en 2018, fecha ya trascendental en el calendario histórico de nuestro país que dio paso al triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y abrió una puerta de esperanza para la mayoría del pueblo de México ante la derrota electoral de la perversa y corrupta oligarquía que nos venía gobernando.
Pero debemos tomar en cuenta que hay voluntades, aunque minoritarias, poderosas económicamente, que ansían el regreso al pasado en defensa de sus grandes intereses, que tienen claro hacia dónde debe ir su proyecto y están trabajando para eso, pendientes de magnificar cualquier desliz o error del gobierno para con todos los medios a su alcance, que son muchos, tratar de manipular la opinión de la ciudadanía.
El gobierno, y en especial sus funcionarios de primer nivel, no deben facilitarles el camino; me parece que el Presidente debe ya atreverse a escuchar a su gabinete y a otras voces que vienen de otros sectores como el campesino, el obrero, los movimientos sociales, de la izquierda auténtica y de buena fe para estar en posibilidad de ir creando poder popular y un apoyo activo y no pasivo a la Cuarta Transformación (4T) a efecto de que las decisiones trascendentes sean producto de reflexiones colectivas y no recaigan en una sola persona que termine siendo blanco de todos los ataques de los adversarios en perjuicio del proyecto.
Hemos empezado a vivir tiempos diferentes y, si pretendemos cambios de fondo, debemos cambiar también nuestras actitudes, dentro y fuera del gobierno, combatir la indiferencia, la pasividad, la incondicionalidad, el “sí, señor”; no confundir la lealtad, que debe ser al proyecto y no personal, con la subordinación ciega; ya no es época de “qué hora es, la hora que usted diga”. El círculo cercano debe atreverse a dar al Presidente su punto de vista y opinar con franqueza y libertad sobre los asuntos de Estado, y no permanecer en estado autista, aunque no sea coincidente con el de él; en todo caso, más vale arriesgar un cargo que el proceso de transformación que se pretende impulsar; la falta de autocrítica y el silencio son el camino más corto para llegar al fracaso de cualquier propósito.
Teniendo claro que los enemigos del cambio aprovechan todo en favor de lo suyo y aunque el Presidente pueda tener razón en lo que plantea, a veces las formas no le ayudan y alguien tiene que decírselo; lo hago desde este espacio con modestia, como ciudadano común, asumiendo mi responsabilidad y por sentirme parte del pensamiento de la izquierda socialista que bien existe en México y teniendo claro que en el país existen más formas de pensar que la de los conservadores y los liberales progresistas. Es importante que quienes están por una verdadera transformación ejerzan con plena libertad abriendo un amplio debate sobre el camino andado y por andar, diciendo lo que se piensan, evitando la incondicionalidad que hace que la derecha trate de posicionarse apropiándose de causas que jamás han sido las suyas. La opinión crítica, positiva y propositiva diferenciada con claridad de los perversos ataques de la derecha ayudan a la transformación, el silencio la perjudica; no permitamos que la decepción sea la invitada en este proceso.
Por ello pienso que salir por parte del Presidente en defensa del fiscal, diciendo que lo entiende por ser un asunto personal o que lo sucedido en Querétaro es debido a “resabios neoliberales”, aunque en el fondo tenga razón, son formas que facilitan a los contrarios dañar su imagen y la del proyecto.
Por otra parte, el consejo dado al Presidente Fernández de Argentina de aceptar el acuerdo con el FMI, aunque se trate de una deuda ilegal e ilegítima y el pueblo se esté manifestando en contra, no coincide con el pensamiento de la mayoría progresista y de la izquierda mundial, habiendo opiniones y análisis muy valiosos, como el del internacionalista y doctor en ciencias políticas Eric Toussaint, fundador del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas, quien intervino en la comisión que auditó la deuda externa ecuatoriana y que se formó a instancias de la presidencia del Parlamento Europeo, quien por cierto estará en México el próximo abril para celebrar su reunión anual sobre este tema, invitado por la Promotora Nacional para la Cancelación de la Deuda Pública y a la reunión del Foro Social Mundial. En nuestro país es un tema que nos quita el sueño y debía estar en la agenda nacional del Ejecutivo y del Poder Legislativo, pues impide nuestro desarrollo pleno, ya que sólo este año se pagarán por servicio de la deuda alrededor de 900 mil millones de pesos, que es más del doble de todos los programas sociales que impulsa el gobierno.
Estando de acuerdo en el fondo, nuevamente la forma facilita las manipulaciones de la derecha, al dirigirse a los diputados del Parlamento Europeo en respuesta a los señalamientos sobre la seguridad de los periodistas, ya que puede abrir más frentes contra la llamada 4T. No todos los asuntos tienen que ser abordados por el Ejecutivo, el propio Presidente ha señalado que hay que cuidar la investidura, por tanto, hay que saber delegar; muchos de ellos deben ser de amplias y colectivas reflexiones y no sólo personales por mucha autoridad que se tenga; entender que una verdadera transformación se construye entre todos y nos blinda de errores.
Señoras y señores del gabinete: cuiden al Presidente y el proceso de transformación que el país requiere, díganle su punto de vista y su verdad, que desde otras trincheras nos sentimos también obligados a hacerlo y así lo haremos.
“Los pueblos también son responsables por aquello que deciden ignorar”: Milán Kundera