Mikolaiv. Son las seis de la tarde y el siniestro sonido de la sirena se eleva sobre Mikolaiv. Muy tranquilas, con las manos posadas en sus abultados vientres, las mujeres bajan lentamente los dos pisos que conducen al sótano de la maternidad número tres de esta ciudad ucrania sometida a fuego ruso.
Siete mujeres están a punto de dar a luz, entre ellas, Natalia Reznikova, pelirroja de unos 30 años que espera su tercer hijo, otro niño. “No tengo miedo. Sólo rezo para no tener que dar a luz en el sótano”, explica, antes de bajar al refugio.
En otra pieza, tres mamás se han instalado con sus recién nacidos. Entre ellas la primeriza Natalia y María, nacida hace menos de 24 horas, quien está acompañada de su compañero, Oleksander. La joven Natalia admite que tiene suerte, pues no tuvo que dar a luz en la sala de parto acondicionada en el sótano.
Esta sala, los médicos han tratado de que sea lo más cálida posible. Dos camas con estribos, un sofá y un tranquilizador acuario. Alina Bondarenko, joven que ya empieza a tener contracciones, está en esta pieza, junto a su compañero.
“En tiempos de paz era un lugar usado por los fontaneros o los técnicos. Hace cuatro o cinco días, tuvimos a dos mujeres que dieron a luz simultáneamente en esta sala”, relata el médico jefe de la maternidad, Andriy Hrybanov.
Durante las alertas y los bombardeos, si no hay tiempo para hacer bajar a las mujeres al sótano, el parto se produce en el pasillo del departamento de obstetricia, “entre dos muros” porque “es un poquito más seguro”, explica Hrybanov.
Los quirófanos están en una zona peligrosa
El quirófano para los partos complicados o las cesáreas está en el cuarto piso del edificio, “pero es muy peligroso, porque necesitamos luz, lo que nos convierte en un objetivo”, agrega el obstetra.
Casi la mitad de las 49 mujeres debieron dar a luz en el sótano desde el 24 de febrero. En efecto, Mikolaiv es escenario de combates, pues las fuerzas rusas quieren que caiga esta ciudad antes de proseguir hacia el gran puerto de Odesa, a 130 kilómetros al oeste en la costa del Mar Negro.
“El Departamento de Salud nos había aconsejado colocar una gran cruz roja en el techo de la maternidad, pero hemos visto todo lo que pasa, ninguna convención es respetada”, explica Hrybanov.
Varios hospitales han sido alcanzados por los bombardeos rusos. En la ciudad asediada de Mariupol, una maternidad fue bombardeada hace una semana.