La tendencia inflacionaria alcista se ve estimulada por los acontecimientos bélicos en Ucrania, y su efecto se esparce por todo el planeta. Los precios de los energéticos se han disparado y a partir de ello los del resto de productos de consumo básico. Por ejemplo, el encarecimiento de los alimentos es notorio al grado que la Organización de Naciones Unidas (ONU) –que no es útil para mucho que se diga– advierte sobre “la posibilidad de un huracán de hambruna en muchos países”.
Tal organización (supuestamente) multilateral subraya que “el freno de la producción agrícola en Ucrania y Rusia debido al conflicto bélico golpeará más duramente a los más pobres y sembrará semillas de inestabilidad política y malestar en todo el mundo. Los precios de los cereales ya superaron los de principios de la Primavera Árabe y los disturbios por alimentos de 2007-2008; el índice mundial de precios de los alimentos de la FAO está en su mayor nivel jamás registrado, por lo que es necesario evitar el colapso del sistema alimentario mundial”.
El repunte inflacionario recorre el planeta, pero en el caso concreto de México “la presión existente sobre el sistema de precios no es temporal; la prospectiva del Banco de México ha sido rebasada por la realidad; el mensaje es que durante 2022 la inflación no regresará a su objetivo de 3 por ciento”, advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes.
El aumento en los precios de las materias primas comenzó en mayo de 2020 y se mantuvo aún antes de la invasión de Rusia a Ucrania. A partir de marzo el evento militar causó una guerra financiera y energética que ha exacerbado el aumento de los precios. El incremento en las tasas de interés que se utilizará para intentar frenar a la inflación tendrá un efecto colateral sobre la inversión y el consumo. La contradicción estructural que existe en el modelo económico mexicano: una apertura económica que choca con la baja productividad laboral y la tendencia negativa de la productividad total de los factores
En el caso mexicano, no se alcanzará el objetivo 2022 de inflación del Banco de México. La inflación subyacente, la parte estructural de los precios al consumidor, escaló a 6.6 por ciento; el aumento en precios no es un hecho temporal, pues ha permeado a la parte más estable del sistema de precios. En el mejor de los escenarios (fin del conflicto en Ucrania), al final del presente año la inflación se ubicará en 5.6 por ciento.
Si bien la inflación se ubica en niveles similares a los de hace 20 años hay una diferencia sustancial: en aquella época la tendencia de la inflación era a la baja, hoy no: se aleja de los objetivos planteados por la arquitectura institucional de la política monetaria. La prospectiva del Banco de México sobre la evolución de la inflación quedó rebasada tanto por la inercia existente desde mayo de 2020, cuando empezó la escalada en los precios internacionales de las materias primas, como por la baja capacidad productiva interna para absorber los shocks de precios y la coyuntura gestada por la invasión de Rusia en Ucrania: De aquí se deriva que las medidas de incremento en las tasas de interés aplicadas (por Banco de México) desde febrero de 2021 no han frenado la escalada de precios. Hasta febrero de 2022 el incremento en precios no era atribuible al conflicto militar-financiero-energético en Ucrania.
México enfrenta la inflación más elevada de los últimos 20 años y Estados Unidos, su principal socio económico, en 41 años. La Reserva Federal aún tiene mayor margen para elevar sus tasas de interés. Sin embargo, en el caso de nuestro país, se tiene evidencia de que podría ser insuficiente para controlar la escalada de precios.
La naturaleza inercial de la inflación (histéresis), la continuidad del incremento en el precio de las materias primas y las consecuencias del conflicto militar-financiero-energético en Ucrania hacen plausible estimar que los elementos precursores de la escalada de precios se podrían mantener, al menos, durante el primer semestre del año.
Las rebanadas del pastel
Lerdo a más no poder, pero parece que al “presidente” ucranio, el cómico Volodymir Zelensky, ya le cayó el veinte: “está claro que nuestro país no será miembro de la OTAN; lo entendemos; durante años hemos oído hablar de supuestas puertas abiertas, pero ahora también hemos oído que no podemos entrar allí, y esto es cierto y tenemos que reconocerlo”.