Más que en un museo, la Casa Nancarrow debe convertirse en “un espacio dinámico” para la actividad cultural y artística, considera su propietaria, Yoko Sugiura, viuda del célebre compositor de origen estadunidense Conlon Nancarrow (1912-1997), ante la firme posibilidad de que el inmueble sea adquirido por la Fundación Espacio Nancarrow O’Gorman.
“Desde el fallecimiento de mi marido han pasado más de 20 años –el 10 de agosto próximo se cumplirán 25–, y desde entonces hemos mantenido esta casa a duras penas, porque soy académica y eso no me permite tener grandes recursos económicos”, indica a La Jornada.
“Mantener una casa como ésta, que se encuentra en perfecto estado, ha sido muy difícil, pero yo tengo la ilusión de que sea un lugar más dinámico, no me hubiera gustado considerarla como un museo.”
De acuerdo con la arqueóloga y antropóloga de origen japonés, los recintos museísticos “son espacios muy estáticos” y el destino que desea para el inmueble que fue diseñado para su esposo por el arquitecto Juan O’Gorman es un sitio con gran dinamismo cultural y artístico.
Asegura que aunque ya es muy poco el material que queda de Conlon Nancarrow en el domicilio, pues su acervo personal fue adquirido en 1997 por la Fundación Paul Sacher, de Suiza, un compositor puede aprovechar el estudio donde aquél trabajaba, el cual “tiene un soni-do perfecto”.
De igual manera, un músico puede utilizar alguno de los amplios espacios de la residencia para ofrecer un concierto, además de que es un lugar idóneo para artistas plásticos, así como para arquitectos e historiadores del arte interesados en el trabajo de O’Gorman.
“Esta ha sido mi ilusión y por eso he tratado de mantener todos estos años la casa. También tengo muy presente lo que nos decía Juan (O’Gorman) a mi esposo y a mí, de que la única obra arquitectóni-ca que él pensaba que valió la pena en su vida era su casa en San Jerónimo (conocida como la Casa Cueva), la cual fue destruida. Ese fue el punto de comienzo de su depresión, porque siempre decía que no era posible que la destruyeran de esa manera.”
En entrevista, Yoko Sugiura destaca que la Casa Nancarrow “está llena de motivos prehispánicos que O’Gorman quería después plasmar en la Biblioteca Central de la UNAM, lo cual finalmente no hizo, sino que utilizó paneles de mosaicos, no piedras naturales, como originalmente pensaba.
“En el caso de nuestra casa, él todavía utilizó piedras naturales a manera de mosaicos. De hecho, mi marido y Juan iban en busca de diferentes piedras, dado que su padre era geólogo y él también conocía bastante de rocas. Estuvo en busca de esos colores en dife-rentes partes de México.”
En opinión de la académica, el proyecto de la Fundación Espacio Nancarrow O’Gorman “sí cumple” con la misión que ella avizora para la edificación ubicada en avenida Las Águilas, número 46, en el sur-poniente de la Ciudad de México.
“La fundación apenas está dando sus primeros pasos. Creo que no hay muchos lugares como el que quiero; está, por ejemplo, la Casa Estudio Luis Barragán. Hay espacios que se visitan, pero que se utilicen verdaderamente de manera activa, creo que no hay en ningún lado. Yo siempre he querido que esta casa tenga utilidad en ese sentido y mi hijo (Mako Nancarrow) está de acuerdo.”