Ciudad de México. Una buena parte de las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México tiene su propia personalidad. República de Venezuela es diversa y estruendosa, comercios de todo tipo atraen a multitudes con productos como ropa, mochilas, jarcería, comida y refrescos. Por esa vía pasa el Metrobús, repleto de gente que sube y baja con sus compras. En la zona del Abelardo, llamada popularmente así a causa del mercado que ostenta el mismo nombre, también se encuentra un antiguo teatro: el Teatro del Pueblo que este mes volverá a recibir al público tras varios años de trabajos de restauración.
Ahora en manos del Sistema de Teatros de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, el Teatro del Pueblo surgió como parte del Centro Cívico Álvaro Obregón, que incluía al mercado Abelardo L. Rodríguez, llamado así en honor al presidente que encargó la obra. Fue construido en los años 30 sobre las ruinas del claustro del convento de San Pedro y San Pablo, bajo la dirección del el arquitecto Antonio Muñoz.
El Centro Cívico tenía también la propósito de contener el espíritu del muralismo mexicano, de modo que discípulos de Diego Rivera, supervisados por él mismo, plasmaron sus obras en las paredes del inusual y colosal mercado. Para tratar de salvaguardar ese patrimonio, que es después del Palacio de Bellas Artes, la Secretaría de Educación Pública y el Palacio Nacional, el cuarto con mayor número de obra mural, el inmueble comenzó a ser restaurado en 2009.
Ahora, como parte del Sistema de Teatros, el recinto retoma sus actividades. Ángel Ancona Resendez, director de la dependencia, explicó que “recuperar un teatro es el mayor placer que podamos tener, porque nos abre posibilidades de vida. La gente que nos dedicamos a hacer teatro, vivimos de hacer teatro”.
Ahora el recinto se une a otros como el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el Sergio Magaña y el Benito Juárez como una opción más. “Tener un teatro más nos abre posibilidades creativas y de llegar a otros públicos. Contar con un espacio más, ayuda a todos, porque si damos más de nuestro teatro, ideas y sentimientos, nuestra sociedad estará mejor”, destacó Ancona.
Una de las primeras funciones que tendrá el recinto será la de acercar el arte teatral a los habitantes y visitantes frecuentes de la zona. “También hay que pensar en la comunidad que nos rodea; es la primera comunidad que hay que atraer para que sea parte de este lugar, y que tomen el teatro como algo suyo, como su casa”, sostuvo el funcionario.
Para atraer a los vecinos, se procurará una cartelera de teatro familiar, para niñas y niños, y cabaret, principalmente. Debido a los índices delictivos de la zona, las funciones se ofrecerán por la tarde, para evitar que el público salga de noche. “Recuperar estos espacios en estos momentos pospandémicos me parece algo muy valioso”, expresó Ancona Resendez.
Entrada gratuita
La cartelera con la que retomará actividades también será de acceso gratuito. Las obras La muerte chiquita (del 22 de marzo al 13 de abril), espectáculo de cabaret acerca del placer sexual femenino, y Ciudad regida por un melón (19 y 20 de marzo), de la compañía oaxaqueña Quesillo Teatro, serán los primeros montajes escénicos. El día 21 de marzo, el teatro contará con la música de Danzonera Pegaso y la Banda Sinfónica del Instituto de la Juventud de la Ciudad de México.
Aunque el Teatro del Pueblo ahora está en buenas condiciones para su uso, incluso conserva la mayor parte de sus elementos originales, ícomo las butacas, la decoración y la iluminación, el director del Sistema de Teatros explicó: “Hace falta equipo e irlo modernizando. Los teatros son elementos vivos, tienen corazón, pulmones, riñones. Hay que darles mantenimiento de forma permanente”.
El recinto y su remodelación no estuvieron a cargo de la Secretaría de Cultura capitalina, aunque ahora forma parte de ella. “A nosotros nos lo entregaron como está; lo que hemos hecho es limpiarlo, acomodarlo, para que puedan venir”, detalló Ancona.
Aseguró que hasta ahora no cuentan con presupuesto asignado para el Teatro del Pueblo; sin embargo, considera que conforme avance la pandemia podrán abrirse nuevas vías para su mantenimiento.
Si bien, ahora sólo se tienen contempladas funciones gratuitas, el funcionario confía en que eso vaya cambiando poco a poco. “El artista necesita ser valorado. Todos los que trabajamos en un espacio teatral necesitamos una valoración económica. Por eso es que la gratuidad les puede hacer mucho daño, porque la gente se acostumbra y después dice ¿por qué voy a pagar?”, señaló.
El Teatro del Pueblo se encuentra en República de Venezuela 72, en el Centro Histórico.