En el comunicado del EZLN el pasado 2 de marzo, “No habrá paisaje después de la batalla”, anunció su postura, sin ambages, ante la invasión rusa a Ucrania: “Hay una fuerza agresora, el ejército ruso. Hay intereses del gran capital en juego, por ambos lados. Quienes padecen ahora por los delirios de unos y los taimados cálculos económicos de otros, son los pueblos de Rusia y Ucrania. Como zapatistas que somos no apoyamos a uno ni a otro Estado, sino a quienes luchan por la vida contra el sistema”.
Rompe con ello el círculo de análisis geopolítico que hasta hoy ha omitido toda consideración sobre las víctimas de ambos; a quienes identifica como sus familiares en resistencia y rebeldía y con quienes ha logrado contacto; unos, los rusos, que no participaron en la decisión de la invasión y que son reprimidos en su país, si manifiestan su oposición a la guerra, y los ucranios, que ya suman por lo menos 2 millones de desplazados tratando de salvar sus vidas, sin contar con las condiciones en que buscan alejarse del escenario de guerra. Señala: “Hay detenidos y golpeados en Rusia por protestar contra la guerra. Hay asesinados en Ucrania por el ejército ruso”.
El Estado mexicano se ha movido en los márgenes de los principios de política exterior: ha operado mecanismos para garantizar el retorno de nacionales nuestros que residían en Ucrania y ha enviado ayuda para apoyar los albergues de refugiados; con ser importante, obviamente no resulta suficiente. Por otra parte, es de destacar y reconocer al enviado de La Jornada, Emir Olivares, que está compartiendo desde Bucarest, algunos testimonios y relatos de quienes han logrado cruzar la frontera y aún tratan de adentrarse hacia otras ciudades de Europa.
Observamos que es de enorme complejidad y sentido la propuesta del zapatismo. Ya promovió una movilización en el país el 13 de marzo con el fin de iniciar una “campaña mundial” contra “las guerras capitalistas”. Cualquiera que sea su geografía sugiere organizar conciertos, encuentros, festivales, reuniones, etcétera.
Además de la que se realizó el pasado domingo en la Ciudad de México con numerosos colectivos y organizaciones, las comunidades zapatistas llegaron ese día a San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en imponente y masiva marcha silenciosa desde los diferentes caracoles, comunidades y juntas de buen gobierno. A través de mantas y pancartas expresaron su rechazo a la guerra. Desde la que realizaron en 2012 no se habían congregado con esa fuerza. En otras regiones también hubo movilizaciones.
Es importante que estas acciones se multipliquen y que se asuman desde amplios sectores dentro y fuera del país. La travesía zapatista por la Europa insumisa dejó redes activas que seguramente se sumarán a la campaña mundial. En nuestro caso habrá que intensificar el diálogo con personas y organizaciones que en otros tiempos han sido partícipes de campañas por la vida. Ojalá que no prevalezcan posturas proclives a la lógica de Estado o bien a la idea de que cuestionar a Putin es favorecer a Biden, a la OTAN o a las cuentas pendientes que tenga Ucrania. Peor sería que se considere a esta campaña como un distractor de otras internas que están en curso, por ejemplo la de la revocación del mandato.
El ambiente de polarización incluso de violencia que se vive en el país, ciertamente conspira contra la propuesta de campaña mundial como acción urgente, y no me refiero a la derecha sempiterna, sino a quienes desde distintas trincheras consideran que su causa específica debe concentrar todas sus energías. No les falta razón a los rarámuris que sufrieron en estos días el asesinato de otro más de los defensores del bosque y no nos sumamos a su lucha, y tantos otros que cargan con el peso de la propia en defensa de sus territorios que son su vida. La fuerza esperanzadora de los cientos de colectivos de mujeres en su marcha pacífica y multitudinaria el pasado 8 de marzo podría apoyar la campaña mundial, porque también son muchas las mujeres que en Ucrania tienen en riesgo el más elemental de los derechos como es el de la vida.
Es, en efecto, la vida de los integrantes de los pueblos de Rusia y Ucrania lo que está en peligro. Ese debería ser nuestro interés superior. Porque además como bien se señala en la propuesta de campaña “las guerras capitalistas” también están en curso en Ucrania, Palestina, Kurdistán, Siria, el pueblo mapuche, los pueblos originarios en todo el planeta y muchos otros procesos libertarios que son agredidos. Como se expresó el año pasado en la Declaración por la vida. Muy fuerte y congruente con su trayectoria es el llamado zapatista “a gritar y exigir fuera el ejército ruso de Ucrania. Resistir es persistir y es prevalecer. Apoyemos a estos familiares en su resistencia, es decir, en su lucha por la vida. Se los debemos y nos lo debemos a nosotros mismos”. No exageramos al señalar que es la vida de la humanidad la que está en juego.