Fue una recepción con fuego. Horas antes a la reunión del secretario de seguridad de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, con el presidente Andrés Manuel López Obrador, se produjeron bloqueos carreteros, incendio de vehículos automotores y balaceras en Nuevo Laredo y la ciudad de Colima.
Las acciones violentas correspondieron a la detención de sendos jefes de organizaciones criminales: en la frontera tamaulipeca (donde dispararon contra el consulado de Estados Unidos e instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional y del instituto electoral estatal), Juan Gerardo Treviño Juárez, apodado El Huevo, al frente del cártel del Noreste (escisión de los Zetas) y su temible Tropa del Infierno; en la capital colimense (aunque la aprehensión se realizó en Zapopan, Jalisco) Aldrin Jarquín Jarquín, El Chaparrito, comisionado del cártel Jalisco Nueva Generación.
Del tema se habló en la reunión México- Estados Unidos, cuando menos del caso del noreste (Treviño tiene solicitud de extradición), según lo declarado por el canciller Marcelo Ebrard. Lo sucedido muestra que México se ajusta a los requerimientos de la potencia vecina (el Entendimiento Bicentenario), deja de lado la intención original de no centrarse en la captura de “líderes” del crimen organizado y abre el camino a acciones más enérgicas.
El Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, mientras tanto, recibía una aparente victoria judicial que parece prendida con alfileres. El litigio personal que ha sostenido contra quien fue pareja de su hermano Federico, y una hija de ella (acusadas de homicidio por omisión en cuanto al cuidado de ese hermano del fiscal), llegó al pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y estuvo a un voto de ser declarado improcedente.
Finalmente, se propuso reformular el proyecto de decisión, yendo al fondo del asunto. Es decir, seguirá en la cárcel Alejandra Cuevas Morán, y su madre, Laura Morán, sujeta a proceso pero en su casa, en tanto los ministros resuelven en definitiva. Cargado de señalamientos de abuso de poder tal litigio de Gertz Manero y con una escandalosa filtración de llamadas telefónicas que confirman conflicto de intereses, a los ministros les queda poco margen para seguir negando la protección de la justicia federal a las dos mujeres en mención.
Políticamente ruidosa e inmadura, la alcaldesa de Cuauhtémoc en la Ciudad de México, Sandra Cuevas, deberá dejar durante dos meses tal cargo, además de cumplir otras restricciones, según ordenó ayer una jueza de control. Las medidas cautelares se inscriben en el proceso instaurado contra Cuevas por las acusaciones (robo, abuso de autoridad y discriminación, ya no la privación de la libertad) de dos mandos de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno de Claudia Sheinbaum.
La decisión de la jueza de control, a reserva del resultado final del litigio, significa un nuevo golpe político a Ricardo Monreal, a quien se considera impulsor de Cuevas en la alcaldía, a nombre de los opositores a Morena. Monreal ha perdido la interlocución con Palacio Nacional, al secretario técnico del Senado (preso en Veracruz, en vías de ser liberado) y, ahora, aunque sea provisionalmente, a la alcaldesa que fue causa de su choque más duro con el presidente López Obrador.
Y, mientras el comediante José Manuel Torres Morales (chihuahuense conocido como Chumel, nacido en mayo de 1982) es investigado por la FGR por violencia de género, al decirle en su programa de YouTube a la senadora morenista Bertha Caraveo: “Esta estúpida, quise decir tarada, es Bertha Caraveo, de Chihuahua, me lleva la verga. Señora, tantito más arrastrada y babosa y le crece caparazón, mija (...) Poquito más lambiscona y se le escalda la lengua con el Presidente (...) tus pendejadas no me representan, usted no ama a México, ama a López Obrador. ¿Le puedo decir que se vaya a la verga o es muy fuerte? ¡Váyase a la verga!” (https://bit.ly/3w2POxr), ¡hasta mañana!
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