Nueva York. El presidente Joe Biden participará en una reunión de la OTAN, la legislatura estadunidense escuchará al mandatario ucraniano solicitar más apoyo militar, la Casa Blanca aumenta las sanciones contra Rusia e intensifica la retórica bélica en nombre del “mundo libre”, pero notable por su ausencia en Washington es un esfuerzo oficial para promover una salida negociada de la crisis y recuperar la paz.
La Casa Blanca confirmó que Biden ha programado un viaje a Europa la próxima semana para participar en la cumbre extraordinaria de la OTAN el 24 de marzo donde se discutirán “esfuerzos actuales de disuasión y defensa” ante las acciones bélicas de Rusia. El presidente también asistirá a una cumbre del Consejo Europeo ya programada. Circulan reportes extraoficiales de que se ha contemplado una visita del mandatario a Europa oriental en esa misma gira.
Todo esto para buscar proyectar una imagen unida de la OTAN y de la comunidad europea bajo el timón de Washington -como en la guerra fría— sin por ahora ninguna propuesta oficial para promover una solución negociada al conflicto.
Este miércoles, Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania, ofrecerá un discurso ante una sesión conjunta del Congreso para abogar por más apoyo de Washington. El discurso será a puerta cerrada ante diputados y senadores, y algunos esperan que el ucraniano reiterará entre otras cosas su solicitud de hace dos semanas de que Estados Unidos envíe aviones caza a su gobierno.
En Washington continúa el debate sobre el envío de más asistencia militar, incluyendo armamento y hasta aviones de combate y también mayor asistencia humanitaria de todo tipo. Muchos políticos están compitiendo para ver quién puede izar más alto las banderas de la guerra fría contra Rusia. Varios analistas y asesores que se entusiasman con las guerras proponen imponer una zona de “no volar” sobre Ucrania -algo descartado por ahora por Biden porque podría llevar a un enfrentamiento directo con Rusia- y argumentan que Washington debería ser más agresivo militarmente en la defensa de Ucrania.
Uno de éstos, el profesor Eliot Cohen, ex consejero legal del Departamento de Estado, quien promovió la guerra contra Irak, escribió en The Atlantic, que Washington no debería aceptar el chantaje ruso sobre el uso de armas nucleares: “las armas nucleares son la razón por la cual Estados Unidos debería de no atacar a Rusia directamente, pero no para temer luchar contra los rusos en un país que invadieron”. Junto con muchos otros, el experto declaró orgullosamente: “ésta es una guerra de importancia desesperada no sólo para Europa sino para el orden y la libertad en todas partes”.
Pero otros expertos señalan que la prioridad de Washington tiene que ser la promoción de un acuerdo negociado lo más pronto posible.
Noam Chomsky argumenta que “tenemos que encontrar una manera de concluir esta guerra antes de que se intensifique, posiblemente resultando en la devastación completa de Ucrania y catástrofes inimaginables más allá de eso”, y señala que la única manera de lograrlo es a través de un acuerdo negociado que tiene que incluir la condición de una Ucrania neutral.
Declaró que se ha entendido durante décadas que “Ucrania sumándose a la OTAN sería como si México se sumara a una alianza administrada por China, participando en maniobras conjuntas con el ejército chino y manteniendo armas apuntadas hacia Washington”. En ese escenario, insistir que México tiene el derecho soberano de hacerlo “superaría la idiotez…. la insistencia de Washington sobre el derecho soberano de Ucrania de sumarse a la OTAN es hasta peor ya que establece una barrera imposible a una resolución pacífica de una crisis que ya es un crimen atroz y pronto será mucho peor si no es resuelto por las negociaciones a las que Washington rehúsa integrarse”.
En entrevista con Truthout, Chomsky señala que todos en el sur global ridiculizan el “espectáculo cómico de la postura sobre soberanía del lider mundial en descarado desprecio por esa doctrina”.
Otros que coinciden en la prioridad de una negociación señalan que “llamados para hacer más de lo que occidente ya está haciendo [sobre todo en traslados de armamentos] sólo arriesgaría un conflicto más largo y amplio”, como argumenta Kelly Grieco, experta en seguridad y estrategia escribiendo en Responsible Statecraft del Instituto Quincy en Washington. Advierte que una respuesta militar más amplia de Estados Unidos y la OTAN sólo dañará las posibilidades de una salida negociada, y hasta podría llevar a una escalada sumamente peligrosa, incluyendo la guerra nuclear.