No hubo mucho que esperar para que la oposición culpara al presidente Biden del incremento sustancial en los precios de la gasolina en Estados Unidos. La maquinaria publicitaria de la derecha en aquel país se ha esmerado en una campaña de desprestigio en su contra, al acusarlo a él y su “política socialista” del incremento en la gasolina a precios no vistos desde los años 70. Entre las falsedades más repetidas está la de haber suspendido la construcción del ducto mediante el que las refinerías en el Golfo de México procesarían el crudo procedente de Canadá, o la restricción en la explotación y producción de petróleo en las costas de California, Alaska y otras regiones protegidas de Estados Unidos y, por supuesto, en las medidas que se han implementado para detener el deterioro ambiental producido por los combustibles de origen fósil.
Pero como lo han explicado los especialistas, el precio del petróleo, la materia prima para producir gasolina, no está determinado por un aumento o disminución en la producción estadounidense, sino por el mercado mundial de energéticos, del que Biden no es responsable ni tampoco puede controlar en forma unilateral. La irresponsabilidad de culpar al presidente por un proceso inflacionario del que no es responsable tiene otra finalidad no muy difícil de adivinar: la necesidad de minar la credibilidad del presidente, a sabiendas del impacto que tendría en los electores en las próximas elecciones de noviembre.
Y el asunto va más allá. No se descarta que, al igual que en otras ocasiones, el aumento en el precio de la gasolina sea especulativo, así como una presión de las corporaciones petroleras para que se abra de manera indiscriminada la extracción de petróleo y, como por arte de magia, los precios del crudo disminuyan.
Tal vez sea necesario repetir que las políticas de beneficio social y medio ambiente, instrumentadas por el actual presidente, no son las responsables del proceso inflacionario por el que atraviesa el país. Se ha reiterado y explicado de diferentes maneras que la escasez y aumento en los precios de algunos productos son el resultado de la disrupción en la producción y el transporte de mercancías derivados de la pandemia y, en las últimas semanas aunque en menor medida, por la invasión rusa a Ucrania, en un planeta cada vez más integrado e interdependiente. En todo caso, es algo que debería ser explicado de forma clara por el gobierno para que lo entiendan quienes no tienen por qué saber los intrincados caminos por los que transita la economía.