Acabamos –nosotros, el mundo– de pasar por más de dos años de una pandemia sólo para ver estallar una guerra entre poderes nucleares (expertos tratan de convencernos de que no culminará en un apocalipsis porque confían en la sensatez de los locos encargados de estas armas), mientras que se emitió un masivo informe científico de la ONU sobre el cambio climático que confirma que apenas tenemos unos cuantos años para tomar acciones y evitar el desastre final de la vida en este planeta.
Ni la pandemia, la guerra, las armas nucleares o el cambio climático eran/son inevitables. Y ninguno de estos fenómenos obedece ni respeta banderas, fronteras, ni discursos nacionalistas.
“A diferencia de la alta guerra fría cuando politburós, parlamentos, gabinetes presidenciales y estados mayores podían a cierto grado contrarrestar la megalomanía en la cúpula, hoy hay pocos mecanismos de seguridad entre los líderes máximos y Armageddon. Nunca se ha puesto tanto poder económico, mediático y militar en tan pocas manos”, lamenta el crítico social Mike Davis en New Left Review al resumir lo que ve como un mundo en manos de un elenco de oligarcas y jefes de Estado mediocres quienes, por ahora, controlan nuestro destino colectivo.
En Estados Unidos, con su crisis política e, algunos dirían, imperial, no hay salidas marcadas hacia la esperanza. Eso es parte de la crisis de esta coyuntura, un tipo de desesperación, señala el filósofo e intelectual público Cornel West, profesor en Union Theological Seminary, y anteriormente en Harvard y Princeton.
En una entrevista reciente con The New Yorker comentó que ante esta coyuntura, “como humano y como hombre afroestadunidense en el imperio estadunidense, lucho con la desesperación. Y entonces, igual que un hombre de blues o una mujer de jazz, tengo que ser flexible, fluido y usar la improvisación, buscando fuentes y recursos que puedan ser una fuerza por el bien”. Eso incluye participar en el ámbito político-electoral, a pesar de que ambos partidos apoyan en esencia el militarismo y se subordinan a Wall Street. “Con todo lo malo que es Biden, debes tener una coalición antifascista contra el gánster neofascista Trump, ¿verdad?” Al mismo tiempo, dice, uno también tiene que estar con los movimientos sociales.
“Necesitamos todo lo que haya, dados estos tiempos desesperados de catástrofe ecológica y avaricia empresarial y los crecientes movimientos neofascistas y el odio organizado contra gente negra, y los gay y lesbianas y trans, y los judíos y árabes y musulmanes. Son días muy siniestros. Tenemos que obtener todo lo que podamos de nuestras fuentes positivas que tienen que ver con la justicia y la compasión y la reflexión crítica, y tenemos que ser honestos”.
West dice que “el deterioro espiritual y decrepitud moral” en el ámbito político es nutrido por la constante falta de rendición de cuentas a las mayorías de este país, y que “el militarismo, el fundamentalismo de mercado libre, y el creciente autoritarismo que se ha vuelto neofascista en su expresión” amenazan a Estados Unidos.
En torno a la guerra más reciente, señala que es una gran hipocresía que Washington le declare a Rusia que no tiene derecho a tener una esfera de influencia “después de la Doctrina Monroe, después de derrocar regímenes democráticos en América Latina durante más de cien años”.
A pesar de las pocas posibilidades de triunfos en la lucha por la libertad, “luchamos de todas maneras, porque eso es lo correcto y lo justo… Sólo porque dicen que te van aplastar… eso no implica que ya no vas a cantar tu canción, que vas a dejar de escribir tu poesía. Eso no significa que dejes de organizar y movilizar y amar a tus hijos y a otra gente, y estar en solidaridad con palestinos y campesinos sin tierra” entre otros, alrededor del mundo. Eso –de seguir cantando, hasta con una sonrisa, a pesar de todo– “son los blues”.
Es, y ha sido, tiempo de blues. Pero de repente aparecen las posibilidades de grandes coros, donde, como dijo una rebelde, “la gente se mira, se toma de las manos, y recordamos cómo bailar”.
Stromae. Sante.
Taj Mahal & Keb’ Mo’. Diving Duck Blues.