La inminente inauguración de un espacio donde se depositarán las cenizas del premio Nobel de Literatura 1990, Octavio Paz, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, corona un vínculo de discreta admiración que existió desde los años 60 entre el escritor y el reconocido artista Vicente Rojo, quien hasta el día de su fallecimiento, ocurrido justo hace un año, el 17 de marzo de 2021, supervisó las obras del memorial que diseñó para el poeta en el recinto universitario.
Desde el segundo semestre del año pasado se esperaba la apertura de ese lugar, pues su conclusión estaba prevista para mayo de ese mismo 2021.
Las próximas efemérides son varias: el martes 15 de marzo se celebran 90 años del natalicio de Vicente Rojo, el jueves 31 es el aniversario 108 del nacimiento de Octavio Paz y el 19 de abril se cumplen 24 años de su fallecimiento.
El concepto artístico a cargo de Vicente Rojo para el memorial de Paz se materializó en una lápida escultórica y una fuente que traduce en granito los primeros versos del conocido poema Piedra de Sol: “Un alto surtidor que el viento arquea, / un árbol bien plantado mas danzante, / un caminar de río que se curva, / avanza, retrocede, da un rodeo / y llega siempre”.
Así, en una fuente se encontrarán la movilidad y solidez de las obras de ambos creadores, la permanencia a través de los lenguajes artísticos de la escultura y la poesía.
Vicente Rojo declaró en una entrevista publicada en la Revista de la Universidad de México sobre su trabajo con el escritor desde 1968: “Tengo un enorme respeto por la poesía. Y esa relación ha sido siempre como un diálogo. O sea, dejar que, aunque unidos en el mismo tema, cada quien desarrollara su propia visión. Que es lo que hicimos con los Discos visuales. Las ideas son de Octavio, pero la visión plástica fue mía”.
Entre ambas figuras se desarrolló una colaboración para los títulos Blanco, Discos visuales y Topoemas; así como para el libro-maleta sobre Marcel Duchamp.
Sobre Discos visuales, Rojo señaló que cuando ocurrió el primer trabajo conjunto “Octavio ya era muy importante. Y lo era especialmente para mi generación. Además algunos muy amigos míos, como Salvador Elizondo y Juan García Ponce, a su vez eran muy cercanos a él. Me sorprendió mucho recibir esa invitación desde Nueva Delhi en la que me proponía colaborar con él”.
Recordaba que “su idea original era que los Discos visuales estuvieran firmados conjuntamente por los dos, Octavio Paz/Vicente Rojo. Esa era su idea. Pero ya era el 68 y Octavio había adquirido toda una presencia internacional, no sólo como poeta, sino incluso como conducta moral, con su renuncia a la embajada de México en India después de la masacre de Tlatelolco, un nivel en el que yo ya no me sentía capaz de acompañarlo. Agregar mi nombre al suyo en ese momento me pareció un abuso de mi parte”.
Esta actitud discreta del artista nacido en Barcelona se repitió con otro título: Blanco. “Yo colaboraba también con Joaquín Díez-Canedo. Él me dijo que había recibido el poema de Octavio, y me pidió que le echara una mano (…) O sea que no apareció en la edición ni el crédito de Joaquín ni el mío. Y así fue. Joaquín y yo éramos igual de discretos, y el libro salió sin nuestras firmas como tipógrafos”, expresó Vicente Rojo.
Luego del libro sobre Duchamp, ocurrió un distanciamiento con Paz debido a que Rojo no participó en su revista Plural, relató el artista.
“En San Ildefondo no cambié de piel ni de alma”
Su paso como preparatoriano por el Antiguo Colegio de San Ildefonso marcó a Octavio Paz, quien dedicó al recinto un profundo poema sobre sus años estudiantiles en el centro de la Ciudad de México, titulado Nocturno a San Ildefonso.
En ese texto reflexionó: “La verdad es aquello, / más allá de las fechas, / más acá de los nombres, / que la historia desdeña: / el cada día / –latido anónimo de todos, / latido / único de cada uno–, / el irrepetible/ cada día idéntico a todos los días./ La verdad / es el fondo del tiempo sin historia”.
Aparte, el escritor sostenía: “En San Ildefonso no cambié de piel ni de alma: esos años fueron no un cambio, sino el comienzo de algo que todavía no termina, una búsqueda circular y que ha sido un perpetuo recomienzo: encontrar la razón de esas continuas agitaciones que llamamos historia”.
Por esta razón, en 2018 la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, y las secretarías de Cultura federal y de la Ciudad de México acordaron que los restos del también ensayista y los de su esposa Marie-José Tramini (1932-2018), serían trasladados al céntrico inmueble.
El Colegio Nacional se sumó a esta iniciativa.
“San Ildefonso es el lugar más adecuado porque se trata de un sitio histórico abierto al público, que así tendrá la oportunidad de rendir un homenaje cotidiano al escritor”, destacaron las instituciones participantes.
Según la SC federal, la fuente escultórica desarrollada por Vicente Rojo “se integra de manera armónica, no disruptiva, con el entorno histórico y arquitectónico, como una evocación, no intrusiva sino poético-escultórica, donde el granito y el agua dialogan con el recinto, el tezontle y la piedra, con los arcos y el cielo, con la palabra poética y su capacidad imaginativa y metafórica”.