Tapachula, Chis., La desesperación por llevar meses esperando conseguir un permiso migratorio ha generado no sólo inconformidad, sino confrontación y pleitos entre los grupos de migrantes de distintas nacionalidades que se encuentran en Tapachula, ciudad que califican como una “prisión”.
Mientras centroamericanos acusan que haitianos y africanos han acaparado el control del ingreso a las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) para ser atendidos primero, los haitianos reprochan los bloqueos que centroamericanos han hecho en las calles y que “no benefician a nadie”.
En las últimas semanas se han repetido los enfrentamientos entre migrantes y, ante ello, taxistas y comerciantes tapachultecos se dicen cansados de esta situación, que es nueva para ellos, y comienzan a ver con rechazo a los extranjeros.
Centro y sudamericanos, así como la población local, con frecuencia se refieren a los haitianos –ahora el grupo más numeroso– como “los negros”. En su mayoría no hablan español y enfrentan mayores diferencias culturales.
Yoisimar, colombiana de 27 años y Diana, venezolana de 44, han intentado por tres días ser recibidas en el INM, pero ni siquiera han podido llegar a la puerta, por lo que decidieron dormir afuera de la puerta principal este fin de semana para conseguir su propósito.
Los haitianos “ya son los que mandan en migración, tienen el control, atacan a todo el mundo y se atacan entre ellos. Ayer (viernes) tomaron migración y la policía se quedó ahí como títeres. Van varios días que querían ser atendidos sólo ellos y se adjudicaron el mando entre las filas; porque son tan violentos y todos grandes se aprovechan”, dijo Diana.
Ruth Grajales, tapachulteca que lleva más de un año vendiendo plantas, tiene una opinión distinta.
El viernes, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador se encontraba en esta misma localidad, se registraron dos protestas, una de ellas alrededor de las oficinas del INM donde cubanos, venezolanos y salvadoreños bloquearon la avenida y prendieron fuego a un par de palmeras, justo a unos metros del sitio que usa Ruth para vender.
“Pero no son los negritos, yo veo que ellos ahí andan trabajando, andan con fruta, y si no hubiera sido por ellos no sé que hubiera pasado. Me ayudaron a meter toda la mercancía a la camioneta”, afirmó la chiapaneca.
“Acá hay problemas con extranjeros, yo sé cómo se están portando los haitianos, algunos se portan mal, pero no todos somos así. Es como los mexicanos, hay mexicanos buenos y mexicanos malos, igual que los haitianos”, expresó Pierre Elipire, un haitiano que salió en 2017 de su país y, tras vivir en Chile, lleva en México medio año.
Usó los mil 200 pesos que le quedaban para comprar una carretilla con la que compra naranjas en el mercado para vender en las calles por 10 pesos la bolsa. En Chile se formó como mecánico, pero ahora no puede trabajar en eso.
Los días que se realizan los trámites se genera la ansiedad que termina a veces en golpes, agregó. Pierre adujo que se debe a la forma como dividen a los solicitantes según su nacionalidad.
“Para mí está mal, porque todo el mundo es igual, si una persona se corta, sale la misma sangre, pero vamos a buscar atención haitianos, africanos, venezolanos, y se debería hacer una sola fila, pero no, migración concentra en una fila a unos y a los haitianos en otra. Eso está mal”. Dicha división la considera como discriminación porque los dejan al final.
A bordo de su taxi, Luis asegura estar cansado de los bloqueos. Reconoce que el problema no son los migrantes, que siempre han llegado a Tapachula, sino el “descontrol” que se ha generado en la región desde hace casi dos años.