Después de la violencia en Querétaro, en el regreso al torneo de la Liga Mx flotaba una calma extraña en el estadio Azteca y sus alrededores. No parecía un partido de alto voltaje como solían ser estos Cruz Azul-Pumas, donde los celestes se llevaron la victoria por 2-1. En el coloso de Santa Úrsula, que permite un aforo al cien por ciento, apenas llegaron unos 10 mil asistentes.
En la economía emergente que surge alrededor del futbol también lamentaban lo ocurrido una semana antes en Querétaro. Los negocios de micheladas, hamburguesas, alitas, baños en domicilios particulares, lugares de estacionamiento y mercancía futbolera, sufrían la resaca de la violencia reciente. Sin gente no hay ventas y así no se llega a fin de mes.
La escena completa tenía algo de melancolía. Ni entusiasmo ni multitudes ni colorido. Las gradas de la cabecera norte ocupadas por un puñado de la porra de Cruz Azul, con algunos bombos y trompetas amplificadas por la poca asistencia al estadio. En la cabecera sur, que suelen ocupar las barras visitantes, contrastaba el silencio.
Incluso la policía se notaba relajada de una forma extraña para este tipo de convocatorias. Más de dos mil elementos con 48 vehículos, seis motocicletas, dos ambulancias y un helicóptero, emplazados para un sábado sin visos de riesgo.
Y luego el futbol que, como todo show, debe continuar. Las escuadras tardaron bastante en ofrecer algo de espectáculo. Media hora se les fue en tanteos tímidos y unos amagos sin éxito. En un par de minutos se avivó por fin. A los 28, tras un córner, Luis Abram abrió el marcador con un cabezazo. Ni tiempo tuvo La Máquina de saborear esa ventaja, porque le empataron a lo Pumas, es decir, impulsados más por el amor propio y con un minuto de diferencia. Ese contragolpe alocado culminó con un remate elegante y potente de Favio Álvarez.
El duelo empezó a cobrar intensidad y justo ahí, al minuto 62, fue interrumpido. Todos los jugadores fueron a la mitad del campo y entrelazados formaron un círculo: un puma, uno celeste. El poco público asistente aplaudió justo en ese minuto en el que hace una semana el estadio Corregidora fue escenario de la barbarie.
La Máquina quiso aprovechar la pausa para reorganizarse. Un remate de Juan Escobar, una tijera impecable, nadie lo esperaba, pero le dio la merecida victoria al Cruz Azul. Los reclamos de los universitarios le costaron la expulsión al técnico de Pumas Andrés Lillini.
Por su parte, los Tigres de la UANL siguen imparables. Con goles de André-Pierre Gignac (22’), Luis Quiñones (27’) y Florian Thauvin (71’), golearon 3-0 al León como visitante y ligaron su séptimo partido sin derrota, para ubicarse en el segundo lugar del torneo.