“¿Quién no conoce al escritor Jack Kerouac?”, preguntó Jim Sampas, albacea literario del escritor estadunidense, en los primeros días de este 2022, año en el que se celebra un siglo del nacimiento del autor de En el camino y uno de los fundadores del movimiento beat. Poetas y novelistas asumieron una nueva forma de existir en la sociedad como un grupo “en la noche oscura del alma”, sin un lugar para estar ni dinero en el bolsillo, pero en una búsqueda de la conciencia.
“La gente que me interesa es la que está loca, loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo; la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas”, escribió en En el camino, novela que fue abrazada como un manifiesto de liberación y pauta para una revolución cultural entre jóvenes de la posguerra, cuya influencia aún emociona a los nuevos lectores.
The Jack Kerouac Estate, institución encargada de resguardar el legado del escritor estadunidense, anunció la apertura de una fundación que promoverá su tesoro creativo en conmemoración del nacimiento, el 12 de marzo de 1922, en Lowell, Massachusetts, del también poeta.
La primera acción de la naciente iniciativa será buscar fondos para establecer un museo y un foro en la antigua iglesia San Juan Bautista, en el vecindario de Little Canadá, en Lowell, en el corazón del barrio de la población francocanadiense de la ciudad donde se celebró la misa fúnebre del escritor en 1969.
Como parte de las celebraciones en la ciudad natal del poeta se exhibirá el rollo original del papel sobre el que redactó En el camino, junto con todas las fotografías que le tomó su amigo Allen Ginsberg, reunidas por primera vez.
En el anuncio, Sampas expresó que Kerouac es mencionado a diario en películas, en televisión y en programas de radio. Celebrado por figuras como el ex presidente Barack Obama, Bob Dylan o el diseñador Kim Jones, quienes hablan de su estilo único de escritura, llamado “prosa espontánea”.
Kerouac nació en una familia de origen francocanadiense; su madre se refugió en la fe católica, su padre en el alcohol. En sus aspiraciones de vida, que plasmó en sus novelas, Jack Keoruac permaneció en una búsqueda de espiritualidad, en medio de una vida nómada, un tanto apabullado por la celebridad.
“Cuando se publicó En el camino se hizo muy famoso y fue muy solicitado desde entonces. Su sensibilidad fue mal interpretada y se le tomaba por una especie de delincuente juvenil”, dijo en su momento el poeta Allen Ginsberg, amigo de Kerouac, y otra de las figuras protagonistas del grupo de escritores contestatarios que soñaron con un cambio radical en la sociedad estadunidense y disruptores con su estilo literario.
A propósito del centenario, se publica Las mejores mentes de mi generación, novedad editorial que recupera los cursos que Allen Ginsberg preparó para documentar y relatar la historia de la generación beat, principalmente de Kerouac, William Burroughs y Gregory Corso.
El libro, publicado en español por Anagrama, fue editado por Bill Morgan a partir de las grabaciones de los cinco cursos de Historia Literaria de la Generación Beat, con casi 100 conferencias impartidas entre 1977 y 1994 en el Instituto Naropa y en la Universidad de Brooklyn, así como miles de páginas de las transcripciones.
Be-at, estar en
La primera vez que apareció la palabra beat fue en 1951 en una conversación entre Kerouac y John Clellon Holmes, en la que el primero desestimó que se tratara de una generación perdida. “Ésta es sólo una generación beat”, que el segundo retomaría al siguiente año en un artículo de The New York Times. Luego, la palabra adquirió un término subterráneo y subcultural que significaba estar sin dinero ni lugar para quedarse.
“El uso callejero significaba frito, agotado, en el culo del mundo, preocupado, a la búsqueda, sin dormir, pasmado, perceptivo, rechazado por la sociedad, solo, espabilado”, definió el propio Ginsberg. O, “acabado, descompuesto, finiquitado, en la noche oscura del alma o en la nube de la inopia”. También, en un sentido a partir del poeta Walt Whitman, significa “estar abierto”, equivale a humildad, perceptivo a una visión; más tarde también hubo un acercamiento con los conocimientos budistas, como el propio Kerouac, quien se dedicó a estudiar los antiguos preceptos y a la meditación, como expresó, por ejemplo, en Los vagabundos del dharma.
El autor utilizó la raíz be-at para un sentido de “estar en” beatitud o beatífico, en el necesario abatimiento de la oscuridad que precede a la apertura de la luz, a la anulación del amor propio que da lugar a la iluminación religiosa.
Según Ginsberg, los miembros de la generación beat era una idea bastante generosa, que empezaba con William Burroughs, nacido en 1914, y llegaba hasta Anne Waldman, de 1945. El grupo inicial floreció alrededor de Kerouac, Burroughs, Lucien Carr y el mismo Ginsberg, en los años 40, en Nueva York.
La música frenética de jazz dio ritmo al fraseo de las palabras que escribía Kerouac, como en la leyenda sobre el proceso de escritura de En el camino, en unas cuantas noches, tipeando en papel unido para no tener que parar a cambiar de hoja en la máquina de escribir.