Cínicos como pocos, los comunitarios utilizan su “Fondo Europeo de Apoyo a la Paz” con abiertos fines militares para atizar la guerra en Ucrania, al tiempo que sus dirigentes rechazan la incorporación exprés de ese país a la Unión Europea, porque “no podemos dar la impresión de que todo puede pasar en un día”. Así, Zelensky se queda como lo que es, un simple peón de los intereses del “mundo libre”. Eso sí, en la reciente reunión en Versalles “reafirmamos nuestro apoyo” a esa nación… “con un fuerte mensaje político”.
Pero no son los únicos, porque el jefe de la pandilla, Joe Biden –otro “pacifista” que apoya militarmente a Zelensky y tiene metidas las manos hasta el fondo– aclara: “no intervendremos en el conflicto Ucrania-Rusia, porque una confrontación directa entre Moscú y los países de la OTAN” podría iniciar “la tercera guerra mundial”. En los hechos, Estados Unidos y sus “aliados” atizan la guerra y mantienen el creciente flujo de armamento y recursos económicos sin arrugarse la camisa.
En la citada “cumbre” el encargado de hablar sobre la “paz” fue el inenarrable Josep Borrell (el de los pasteles de María Antonieta, el termostato y el cordón umbilical), ubicado como “jefe de la diplomacia” de la Unión Europea, quien “presentó una propuesta para duplicar la (actual) contribución con 500 millones de euros (548 millones de dólares) adicionales de apoyo a los militares ucranios” ( La Jornada). ¿De dónde salen esos recursos? ¡Sorpresa!: del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz.
Entonces, si así “apoyan” la “paz”, cómo lo harán con la guerra. Con lo fácil y civilizado que hubiera sido cumplir cabalmente con los acuerdos entre Estados Unidos, la OTAN y Moscú (desde aquel de “no avanzaremos ni una pulgada hacia el este” hasta los de Minsk) para no escalar el conflicto en Ucrania y alcanzar un entendimiento a largo plazo. El problema es que el hubiera no existe, pero sí la desbocada ambición estadunidense de someter a todo el mundo.
Y en medio del zarandeo, los buitres revolotean. Infaltables, los piratas financieros (sean éstos de gobiernos como el gringo, sus achichincles en el Fondo Monetario Internacional o los comunitarios) de nueva cuenta desembarcan en Ucrania en calidad de “samaritanos”, porque “hay que ayudarla”: préstamo tras préstamo, todos ellos voluminosos, que, obviamente, tarde que temprano los ucranios pagarán como sea, al tiempo que los “altruistas” fortalecen el de por sí rígido dominio que tienen sobre esa nación europea, hoy en guerra.
Por ejemplo, como país integrante del Fondo Monetario Internacional Ucrania apenas tiene 0.42 por ciento de la cuota total y a duras penas 0.43 por ciento de los votos (proporción similar a la de Argelia, Colombia, República Checa y Grecia, país este destrozado por el FMI y los comunitarios), pero ocupa la segunda posición como deudor de esa institución (sólo después de Argentina, gracias al impresentable de Mauricio Macri). Pero ahora la quieren “ayudar”.
tras el Tratado de Belavezha (diciembre de 1991), Ucrania no sólo se independizó de la Unión Soviética (entonces a punto de desmoronarse), sino que “abrazó” al “mundo libre”. En 1992 el gobierno de aquel país reconocía una deuda externa total de apenas 550 millones de dólares, pero 31 años después (la información es del Banco Mundial) rebasa los 130 mil millones, y contando, es decir, un incremento cercano a 24 mil por ciento en el periodo. Con una población cercana a 40 millones de personas, su producto interno bruto por habitante no rebasa los 3 mil dólares. Su PIB total ronda los 125 mil millones de billetes verdes (10 veces menor al mexicano), de tal suerte que su endeudamiento lo rebasa.
Así es como los “samaritanos” han “ayudado” a Ucrania, la cual, desde que “abrazó al mundo libre”, ha sido utilizada descaradamente como peón de los gringos y sus “aliados” comunitarios en contra de Rusia. Eso sí, el siempre “altruista” FMI no se detiene: “expresamos nuestra más profunda solidaridad con el pueblo de Ucrania en estos momentos extraordinariamente difíciles y seguirá colaborando (léase endeudando) estrechamente con sus autoridades” (Kristalina Georgieva, directora-gerente del Fondo).
Las rebanadas del pastel
¿Qué raro? Los derechosos eurodiputados se “preocupan” por los periodistas mexicanos asesinados justo cuando el gobierno de López Obrador decide no sumarse a las sanciones en contra de Rusia… Un fuerte y cariñoso abrazo para nuestro querido Enriquito por otra vela en su pastel.