Ciudad de México. Marc Anthony se colocó la bandera de México sobre la espalda, tras una vibrante noche inundada de ritmo latino, salsa, baile y felicidad en el Palacio de los Deportes, donde se rindió tributo… a la vida.
El cantante nacido en Nueva York, de descendencia puertorriqueña, se apoderó del escenario: lució su voz, pasos de baile y la empatía que transmite, pues genera un diálogo corporal frente a su público. La respuesta, de alrededor 16 mil asistentes, fue bailar donde se pudiera y el coro multitudinario se unió -casi todo el concierto- al intérprete de Vivir mi vida.
En su retorno a México, en la primera de dos fechas de su gira Pa'llá Voy, Marc también dejó a sus músicos demostrar su talento, con solos de guitarra y percusiones, incluso el mismo cantante tomó la bataca e impulsó la alegre fiesta. Se escucharon Valió la pena, Y hubo alguien, Hasta ayer y Flor pálida.
Y el intérprete, llamado El rey de la salsa, derrochó energía. Fue de un lado a otro del escenario, guió a sus músicos, bailó con ritmos sensuales -que provocaron gritos-, gozó con los aplausos y respiró satisfecho de haber logrado poner a bailar, sentir, vibrar, cantar a su público, que se olvidó de todo lo pasado. Marc se quitó sus gafas oscuras y observó la euforia de sus fieles, que lo ovacionaron en el inmueble de Iztacalco.
En un popurrí se escucharon Abrázame muy fuerte, Almohada y el tema ¿Y cómo es él?, con los cuales se recordó a otros grandes cantantes: Juan Gabriel, José José y José Luis Perales.
Pero Marc Anthony, siguió dando salsa, para combatir todo rezago pandémico. Pa'lla voy, Te conozco bien, Parecen viernes y Tu amor me hace bien.
Aunque no querían dejarlo ir, el cantante se despidió con Vivir mi vida, luego de una velada apasionante, con tintes de romanticismo, que tendrá una segunda parte, la noche de este sábado en el Domo de Cobre.