Este 8 de marzo importa conocer cómo están las decisiones de las mujeres mexicanas sobre su cuerpo, sobre su vida sexual y reproductiva. De acuerdo con la Secretaría General del Consejo Nacional de Población, en el presente año el total de mujeres en el país es de 66 millones. En términos del crecimiento poblacional, México ha alcanzado la tasa de frecundidad de reemplazo, 2.01 hijos por mujer, la mínima necesaria para que nuestra población se mantenga sin descender en volumen. Se espera que en 2030 esta tasa desminuya a 1.8 en promedio.
Quienes más contribuyen a la fecundidad son las ciudadanas que tienen entre 20 y 29 años, y hay diferencias entre las mujeres urbanas y rurales, las primeras tienen 1.9 hijos en promedio por mujer y 2.5 hijos las que residen en zonas rurales. La tasa es mayor entre aquellas que hablan una lengua indígena, con 2.7 hijos por mujer, en promedio (Enandid, 2018).
En relación con las adolescentes, la estimación de nacimientos es de 66.9 por cada mil mujeres de 15 a 19 años (son más de mil nacimientos por día) y se espera que esta tasa disminuya a 62.2 en 2030. Entre las mujeres rurales la tasa es de 91.9 y entre las hablantes de lengua indígena se estiman 99 nacimientos por cada mil adolescentes ( ibidem). Además ocurren nacimientos de niñas madres, quienes presentan una tasa de fecundidad forzada de 2.7 nacimientos por cada mil niñas de 12 a 14 años y de 1.6 nacimientos por cada mil niñas de 10 a 14 (Estadísticas vitales de natalidad).
En México, las decisiones sobre la vida sexual y reproductiva no siempre se toman como un acuerdo en pareja. Tan sólo 71.4 por ciento de las mujeres unidas (de 15 a 49 años) reportan que tanto la decisión de tener relaciones sexuales, como la de utilizar un método anticonceptivo fue junto con su pareja; el porcentaje es menor en otras entidades, 61 por ciento de las mujeres de Veracruz y de Guerrero deciden con su pareja cuándo tener relaciones sexuales y si utilizan algún anticonceptivo, y sólo 59 por ciento de las mujeres de Tabasco toman estas determinaciones en pareja. Un dato destacable es que sólo 4.3 por ciento de las mujeres encuestadas afirman que ellas solas deciden sobre cuándo tener relaciones sexuales y si se usa un método anticonceptivo, y un porcentaje aún más bajo se registra en Tlaxcala, Baja California y Chiapas, con 2.6, 2.5 y 2.2 por ciento, respectivamente (Endireh, 2016).
Decidir por consentimiento cuándo, en qué condiciones, con quién tener relaciones sexuales, así como procrear o no es un ejercicio de libertad. Por el contrario, la imposición de una sexualidad es un flagelo cultural del poder patriarcal y de su peor expresión: el machismo; 9.4 de las mexicanas revelan que sufrieron violencia sexual en su infancia, y señalan como los principales agresores a tíos, conocidos, vecinos primos y hasta al papá ( ibidem). Durante la pandemia 5.8 por ciento de las mujeres de 20 años y más reportaron haber sufrido alguna violencia doméstica, que se atribuye a las medidas de contingencia. Del total de mujeres que sufrieron alguna violencia en 2020, 22 por ciento experimentó gritos, insultos o amenazas por primera vez durante el confinamiento, 44 por ciento dijo que estos eventos ya existían y continuaron, 23 por ciento declaró que estas acciones fueron más frecuentes durante la pandemia, y 10 por ciento reportó que disminuyeron. Además, 11 por ciento de las mujeres reportaron por primera vez abusos de carácter sexual o violaciones, 35 por ciento mencionaron que estos actos ya existían y siguieron, en tanto que 23 por ciento declaró que fueron más frecuentes, y 13 por ciento, que disminuyeron (Shamah-Levy, T., et al., Resultados nacionales sobre covid, Ensanut, 2020).
La tasa anual de abortos inducidos en México es de 33 casos por cada mil mujeres ( Datos sobre el aborto inducido en México, El Colegio de México/Guttmacher Institute/Population Council, 2008), se trata de un derecho que está despenalizado por decisión de la mujer en siete entidades: Ciudad de México, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Baja California Colima y, a partir de este 8 de marzo, en Sinaloa. En el resto del país la interrupción del embarazo está permitida en los casos de violación y, en algunos casos, por causales relacionadas con la viabilidad fetal, salud de la madre y pobreza extrema.
La emergencia sanitaria por el SARS-CoV-2 ocasionó cambios en todos los aspectos de las vidas de las personas, incluyendo los de la vida sexual y reproductiva. Los servicios de salud sexual y reproductiva (incluyendo los de interrupción del embarazo) se vieron afectados porque, aunque se declararon esenciales y permanecieron abiertos, le gente dejó de asistir debido al confinamiento y por miedo al contagio al acudir a los centros de salud; paralelamente, el trabajo del personal del sector salud se encontraba cautivado en dar respuesta inmediata a los contagiados o sujetos con síntomas relacionados. Desafortunadamente, es muy posible que los avances logrados en la autonomía de las mujeres sobre su cuerpo se vean disminuidos por los efectos que el covid-19 ha ocasionando no sólo en México, sino en el ámbito global.
* Secretaria General del Conapo
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