Cien son los multimillonarios rusos surgidos bajo la sombra de Vladimir Putin. Destacan 15 por sus negocios con el resto del mundo. Son los superricos que ven cómo corre peligro parte del dinero mal habido que tienen en el exterior. Y, en algunos casos, los obliga a pasar sus empresas a hombres de paja que pronto serán descubiertos por el sistema financiero internacional.
A la cabeza de todos ellos, Alexey Mordashov. Lo acompañan Vladimir Potanin, Vladimir Lisin, Vagit Alekperov, Leonid Mikhelson, Gennady Timchenko, Alisher Usmanov, Andrey Melnichenko, Pavel Durov, Suleiman Kerimov, Mikhail Fridman, Roman Abramovich, Mikhail Prokhorov y Viktor Rashnikov. Y una mujer, Tatyana Bakalchuk.
El origen de la fortuna de estos potentados se remonta a finales del siglo XX, y se acrecentó a partir de 2000, cuando Putin fue elegido presidente. La tienen garantizada si no varían su apoyo político al nuevo zar.
Ellos dominan los negocios más importantes de Rusia: el petróleo y el gas; las compañías mineras, que contaminan gravemente; bancos importantes, algunos vinculados con los de otros países; la petroquímica y siderúrgica; seguros y hospitales; agronegocios; compañías farmacéuticas; hoteles y aviación; la producción de acero, carbón y electricidad; los transportes vehicular y ferroviario; constructoras; las telecomunicaciones, en algunos casos filiales de Estados Unidos; la producción de plástico; las redes sociales, prensa, radio y televisión; los equipos deportivos, como el Chelsea, hasta hace días propiedad de Roman Abramovich.
Algunos dan cara de solidaridad a sus negocios a través de fundaciones en pro de la salud, la cultura, el deporte, la ciencia y la educación.
En la lista ya no aparece el que fue el hombre más rico: Mijaíl Jodorkovski, ex propietario del gigante petrolero Yukos. Se enfrentó a Putin y terminó en un penal de Siberia acusado de estafa y evasión fiscal. Indultado, dirige en Londres una organización que lucha en favor de la democracia en su país.
Hay uno que no suele aparecer en la lista de potentados. Pero la oposición rusa y los expertos en finanzas internacionales lo consideran el principal: el ex coronel de la KGB que dejó su estela de muerte en la guerra de Chechenia (120 mil muertos) y que ahora la deja también en Ucrania. El que preside la cleptocracia en el país de Tolstoi, Pushkin, Stravinsky, Ajmátova, Chéjov, Dostoievski.