Madrid. Por primera vez desde la caída de la dictadura fascista de Francisco Franco, en España un partido de extrema derecha, Vox, entrará a un gobierno autonómico, tras llegar a un acuerdo de “legislatura” con el derechista Partido Popular (PP). Se trata de un hito en la política española, que abre las puertas de las instituciones a una formación política que en resto del mundo está hermanado con agrupaciones o movimientos como los seguidores de Trump en Estados Unidos, de Le Pen en Francia, de Viktor Orban en Hungría o de Jair Bolsonaro en Brasil. Incluso el presidente europeo del PP y ex presidente del Consejo de Europa, Donald Tusk, calificó de “sorpresa triste” y una “capitulación” el pacto.
Castilla y León, la comunidad autónoma que celebró sus comicios el pasado 13 de febrero, será el escenario del primer experimento político y social en España que reunirá en un mismo consejo de gobierno a la derecha conservadora del PP con el extremismo de Vox, un partido relativamente joven, nació en el 2013, pero que en poco tiempo se ha convertido en la tercera fuerza política del país y que además está en pleno auge de expansión en todo el país.
El presidente electo, Alfonso Fernández Mañueco, del PP, finalmente cedió a las exigencias de Vox y les otorgó exactamente los mismos cargos que le había concedido en la anterior legislatura a sus anteriores socios, de Ciudadanos (C´s), una formación política de centro derecha en vías de extinción. El acuerdo consiste en cederle a un miembro de Vox la presidencia del Congreso autonómico, además de una vicepresidencia y tres consejerías del Ejecutivos regional.
Hasta la fecha, Vox se había limitado a dar su apoyo parlamentario a algunos gobiernos del PP, como ocurre actualmente en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, o en Murcia, pero no había mostrado su interés en formar parte del gobierno. A partir de ahora su vocación será la de gobernar o formar parte del gobierno allá donde sus votos se lo permitan, al menos así lo ha expresado su líder, Santiago Abascal, un político que inició su andadura política en el PP del País Vasco tras sufrir él mismo y su familia diversos atentados perpetrados por comandos de ETA. Después se alejó del PP y decidió fundar un nuevo partido, que se ha ido aproximando a los postulados más extremistas de la derecha ultra del mundo y en la que también han sumado a formaciones políticas como el Partido Acción Nacional (PAN) de México, que incluso ha enviado a sus cuadros juveniles a formarse en los cursos de adoctrinamiento de Vox.
Este pacto supone también el primero de este tipo y que además coincide con el inminente cambio de liderazgo en el seno del PP, que pasará del actual presidente Pablo Casado y a su más que posible sucesor, el actual presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Desde el resto de los partidos políticos españoles se criticó con dureza la entrada de Vox al gobierno, sobre todo desde el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). A lo que respondieron desde las filas del PP que ni el actual mandatario Pedro Sánchez ni su formación política tienen “autoridad moral” para “criticar” sus pactos, ya que él mismo tiene un acuerdo de gobierno y de apoyo parlamentario “con la extrema izquierda, con los separatistas vascos y catalanes y con los herederos de ETA”.
El líder regional del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, calificó el pacto como “el día para la infamia”. Un diagnóstico que coincidió con el líder de los conservadores europeos, Tusk, que son reacios a llegar a acuerdos con partidos de este cariz político, al sostener que espera que “no sea una tendencia” y calificarlo de “triste noticia”.