Muy echado pa’ lante, con la bandera de la “libertad” y la “democracia” en la mano (léase el histórico big stick gringo), el presidente Joe Biden se regodea por decretar la cancelación de las importaciones petrolíferas y gaseras provenientes de Rusia, al tiempo que obliga a sus “aliados” europeos a proceder en igual sentido. Excelente, pero hay un pequeño problema: serán los “aliados” quienes paguen por esa decisión, porque Estados Unidos apenas importa el 3.2 por ciento de sus requerimientos de crudo de su renovado “gran enemigo”, contra 30 por ciento (y 40 por ciento del gas) de las necesidades en la parte occidental del viejo continente (sus “cofrades”, pues).
Pero como las grandes ideas no vienen solas, al presidente estadunidense también se le ocurrió “rehabilitar” a Nicolás Maduro, quien a partir de ya no sería el detestable “dictador” (Biden dixit) bananero venezolano, “enemigo del “mundo libre” e integrante del “eje del mal”, sino un respetado ciudadano, carismático y santo patrón que taparía el hoyo petrolero abierto por el propio mandatario gringo al cancelar las importaciones de oro negro provenientes de Rusia Y en Washington ya se preguntan: ¿Quién es Juan Guaidó y de qué la gira?
Pero no sólo en la Casa Blanca arman buenas estrategias y cocinan brillantes ideas. Por ejemplo, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, encontró la solución a la crisis energética –cada día más aguda– que comienza a hacer estragos en esa región. Ante la escalada de precios y la rápida caída de los inventarios energéticos, el catalán recordó sus afinidades con María Antonieta, y a los ciudadanos europeos recomendó no que dejen de comer pasteles, pero sí que giren el termostato hacia la izquierda, “bajen la calefacción para ayudar a cortar el cordón umbilical con Rusia” (el cual, por cierto, de tiempo atrás ha sido mantenido y apapachado por decisión no de los habitantes, sino de sus políticos) y “corten el gas en sus casas” para “disminuir la dependencia” de Rusia. En pocas palabras, queridos ciudadanos, pasen frío, coman de lata y caminen, que es bueno para la salud.
Así como en Estados Unidos los consumidores son quienes pagan por las ocurrencias de su presidente –que, de entrada, han disparado los precios de la gasolina en el país donde más se consume ese combustible–, en la Europa comunitaria son sus habitantes de a pie los que (versión Borrell) deben sacrificarse, en un “compromiso colectivo” para “aportar” y echar el hombro para que sus políticos –que no arriesgan un solo pelo desde sus lujosas oficinas ni bajan un solo grado a sus calefacciones y siempre traen el tanque lleno, al igual que en la Casa Blanca– sigan con sus ocurrencias “sancionatorias”. Y de pilón, el catalán se puso romántico: “tiene que ser una movilización de los espíritus, de las actitudes individuales, para hacer frente a una tarea que es, sin duda, histórica; la defensa de los valores liberales no se hará si no existe un compromiso político de los ciudadanos dispuestos a pagar un precio por ello”. ¡Ole!
Por cierto, el periódico español El País reseña que Borrell, el de “cortar el cordón umbilical…”, “una persona clave en los diferentes paquetes de sanciones con los que la Unión Europea ha respondido a la agresión militar de Rusia, ha recordado que, desde 2014, cuando Moscú se anexionó Crimea, los Veintisiete (países comunitarios) ya se propusieron limitar la dependencia del gas ruso. Pero desde entonces ha sucedido lo contrario. ‘En vez de reducirla, la hemos aumentado’”, lo que da cuenta del alto grado de efectividad de sus “castigos”.
Por lo que toca al gobierno ruso, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, subrayó que “Estados Unidos, sin duda, nos ha declarado una guerra económica, y la está llevando cabo; nosotros priorizaremos los intereses nacionales para derrotar a los estadunidenses en esta guerra; Si Biden decidió no adquirir petróleo y gas de nuestra patria, haremos lo necesario”. Mientras, China, no más milando, aparentemente.
Mientras, en la locura del mercado petrolero internacional el barril mexicano de exportación ayer se cotizó a 105.97 dólares, contra 119.02 del día previo. El Brent se vendió a 111.14 y el WTI a 108.70, 16.84 y 15 dólares menos que el pasado martes.
Las rebanadas del pastel
¿A qué vino el canciller español, José Manuel Albares? ¿A ver qué onda con la “pausa”? No, a lo único que sabe hacer: defender a las trasnacionales españolas que operan en México.