París. La inteligencia artificial puede ayudar a reconstruir el pasado, como demuestra una nueva técnica que está restaurando con gran precisión textos griegos del siglo V antes de la era cristiana, publicó ayer la revista Nature.
La epigrafía es una rama de la historia cuyo objetivo es descifrar las inscripciones en cualquier soporte para contribuir al estudio de las civilizaciones antiguas.
Algunos de esos textos se han vuelto ilegibles a causa de los daños que sufre el soporte (piedra, metal...), aunado a que esas importantes fuentes históricas a menudo han sido desplazadas lejos de su lugar de origen, lo que complica su datación.
La técnica del carbono 14 no puede ser utilizada en materia no orgánica.
Un equipo de investigadores de universidades de Venecia, Oxford, Atenas y la empresa DeepMind (filial de Google) ha desarrollado una nueva herramienta de aprendizaje profundo, una de las técnicas de la inteligencia artificial, mediante algoritmos que reproducen la estructura y el funcionamiento del cerebro, que lleva el nombre de Ítaca (Ithaca), en alusión a la isla de Ulises en La Odisea.
Fue puesta a punto mediante el examen de unas 80 mil inscripciones presentes en la base de datos del Instituto de Humanidades Packard, que cuenta con la mayor colección digital de inscripciones en griego antiguo.
Esta técnica de tratamiento lingüístico automático toma en cuenta el orden en el que aparecen las palabras en la frase, o la relación entre ellas, para mejorar su contextualización.
El programa también es capaz de tener en cuenta a la vez las palabras y los caracteres individuales, repartidos de forma fragmentaria sobre el soporte.
Una primera experiencia, con una serie de decretos del siglo V antes de Jesucristo, grabados en piedra y hallados en la Acrópolis de Atenas, ha sido esperanzadora.
Ítaca analizó los textos y fue capaz de sugerir, a partir del contexto histórico que había “estudiado”, secuencias de letras para rellenar los fragmentos ausentes en las frases.
Así, pudo proponer la palabra “alianza” para ser inserida en un juramento de obediencia de una ciudad respecto a Atenas.
Gracias a Ítaca, los historiadores fueron capaces de recuperar hasta con 72 por ciento de aciertos los textos que faltaban, se-gún Nature.
Ítaca fue capaz además de sugerir múltiples localizaciones en 84 regiones conectadas entre sí.
Por último, la herramienta propone una fecha precisa para la redacción de los decretos: el año 421 A C; es decir, 30 años posteriores a las fechas aproximativas propuestas por los historiadores.
“Es esencial para la comprensión de la Grecia clásica, en la que vivieron Pericles y Sócrates”, comentó Thea Sommerschield, de la universidad Ca’Foscari en Venecia, coautora del estudio, durante una rueda de prensa en línea.
Ítaca podría ser utilizado para cualquier otra lengua antigua, como el maya o la escritura cuneiforme de Mesopotamia, asegura esta epígrafa.