Uno. Antes de iniciarse una guerra, sus ideólogos (que nunca son militares) esgrimen argumentos perfectamente encuadrados. Luego, cuando los ejércitos ingresan en el escenario bélico y la sangre empieza a correr, los argumentos se descuadran, dando paso a los de la paz.
Dos. La carencia de ideas propias conduce a depender de las ajenas. ¿Bueno o malo? Depende. Hay ideas ajenas que estimulan y contribuyen a forjar el juicio crítico y el discernimiento, que se yuxtaponen con las del “ mainstream” político, ideológico religioso, mediático o académico.
Tres. Las ideas de la guerra y la “violencia razonada” emanan de los pliegues poco iluminados de lo que llamamos “cultura”, con verdades reveladas que consagran lo ilimitado. Y las del “ mainstream” parten del supuesto de que todo está dicho, omitiendo que siempre queda algo por decir.
Cuatro. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Proverbio árabe de origen chino concebido para vencer o desacreditar al enemigo común. En 1791, estalló una revolución antiesclavista, anticolonialista, anticlasista, antirracista y antimperialista en Haití. Y todas las potencias que andaban guerreando entre sí, acordaron que ningún negro alzado se iba a quedar con la azucarera de Europa.
Cinco. El II Imperio alemán surgió de la guerra entre el II Imperio francés y el Reino de Prusia (1870-71, 800 mil víctimas entre muertos y heridos). Ganó Alemania. Pero en el tramo final, estalló la Comuna de París, insurrección popular sofocada por ambas partes en mayo de 1871 (20 mil muertos).
Seis. La Primera Guerra Mundial (1914-18) empezó tras medio siglo de grandes logros científicos y tecnológicos ( Belle Époque), y un capitalismo neocolonial que se imponía “chorreando sangre y lodo” (Marx). Pero en el tramo final, estalló la revolución bolchevique. Y todas las potencias que se habían destripado entre sí, se hicieron “amiguitas” cerrando filas contra el enemigo común en una geografía que, en línea recta, iba de la frontera con Polonia a Vladivostok (10 mil kilómetros).
Siete. Durante más de mil años (882-1917), Ucrania fue la provincia triguera y minera de los rusos. Pero Lenin se vio obligado a negociar con Alemania, cediendo parte del territorio contra la voluntad de los nacionalistas ucranios (Paz de Brest-Litovsk, enero de 1918). Así nació la “República Socialista Soviética de Ucrania” y las consecuencias fueron terribles. En agosto, la judeoucrania Fanny Kaplan (anarquista) disparó contra Lenin. La revolución empezaba a devorar a sus padres.
Ocho. El Ejército Rojo se impuso en todos los frentes y cayeron cuatro imperios: el alemán, el ruso, el otomano y el austrohúngaro. Simultáneamente, el abstemio, puritano y buenazo presidente Woodrow Wilson propuso dividir a Rusia en varios estados. Y, de paso, imponía a los alemanes el humillante Tratado de Versalles (junio de 1919). La Segunda Guerra Mundial (II GM, 1939-45) quedaba servida.
Nueve. Dicho esto… ¿cómo pudo Alemania levantarse de los escombros y, contra lo previsto en el Tratado de Versalles, montar en apenas 10 años una maquinaria de guerra descomunal? El lector puede ensayar un par de respuestas: 1) la del “ mainstream”: los-alemanes-son-muy-inteligentes-y-trabajadores; 2) la del discernimiento: si el capitalismo se impone “chorreando sangre y lodo”…, ¿será que en algún lado se decidió otorgar crédito a esos muchachos arios llenos de mística supremacista y dispuestos a dar la batalla final contra la Rusia bolchevique?
Diez. En febrero de 1945, Roosevelt, Churchill y Stalin (tres “amiguitos” que se miraban de reojo) se reunieron en Crimea, a orillas del mar Negro (Conferencia de Yalta). Entre otros puntos, acordaron que la naciente Organización de Naciones Unidas (ONU) debía contener un grandioso documento que dejara atrás “todas las guerras” (Carta de San Francisco, junio de 1945). Y luego, se repartieron el mundo.
Once. En corto, algunos cronistas presentes en Yalta, aseguran que Roosevelt habría expresado a Stalin su indignación al observar el grado de destrucción causado por la guerra en Crimea. Irónico, le dijo: “Espero que propongas un brindis por la ejecución de 50 mil oficiales alemanes”. Stalin respondió que la destrucción de Crimea era nada comparada con la de Ucrania.
Doce. El 24 de febrero, Moscú calificó de “operación militar” su incursión en Ucrania. Pero el “ mainstream” habla de “invasión”. Técnicamente, una violación del “Derecho Internacional”. Por consiguiente, y así como en el caso del régimen sionazi llamado Israel, el neonazi que preside Volodimir Zelensky también tendría “derecho-a-defenderse”.
Trece. En 1978, “Kampuchea Democrática” fue invadida por la República Socialista de Vietnam (respaldada por la “Unión Soviética”), derrocando al régimen genocida de Pol Pot (1976-79, respaldado por China). Idem: técnicamente, una violación del “Derecho Internacional”. Sin embargo, la “comunidad internacional” (o sea, Washington) guardó silencio, y nadie sugirió que Kampuchea tenía derecho a defenderse.