A Joe Biden se le ocurrió la brillante idea de prohibir las importaciones de petróleo y gas rusos, con lo que sus representados están muy agradecidos: le echa más leña al fuego y los precios de las gasolinas en aquel país se fueron a las nubes. Paralelamente, con esa medida, que dice haber tomado “en estrecha coordinación con nuestros aliados”, decidió ahorcar… a sus “aliados” europeos, quienes muy “solidarios” y toda la cosa, pero se niegan a dejar de comprar lo que ahora proscribe el mandatario estadunidense. De hecho, Reino Unido, mayordomo de Estados Unidos, apoya la decisión … pero hasta finales de 2022.
En el juego de toma y daca, el presidente ruso, Vladimir Putin, notifica a los interesados que “la implementación de las siguientes medidas económicas especiales hasta el 31 de diciembre de 2022: prohibición de exportación e importación de productos y/o materias primas de acuerdo con las listas que definirá el gobierno de la Federación Rusa” en las próximas dos semanas, que se añadirán a los decretos anteriores “en respuesta a las acciones hostiles de Estados Unidos y otros estados y organizaciones internacionales, así como medidas económicas temporales destinadas a garantizar la estabilidad financiera de Rusia” (agencia Tass).
La ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, fue contundente: “no producimos mucho petróleo; una tercera parte de nuestras importaciones de petróleo procede de Rusia; si las detenemos ahora, dentro de unos días no podremos transportarnos”. Por ello, “actualmente es imposible seguir el ejemplo de Estados Unidos”.
En vía de mientras, los consumidores estadunidenses comienzan a pagar precios cada día más elevados por los combustibles (4.46 dólares por galón de gasolina regular, en promedio –con un incremento de 13 por ciento en apenas una semana–, aunque en California, también promedio, ayer llegó a 5.45 dólares, es decir, cerca de 31 pesos por litro, un precio similar al imperante en Canadá, otro de los aliados), alzas que atizan la inflación, ralentizan la recuperación económica e inmediatamente repercuten en toda la cadena de producción, distribución y comercialización.
Lo mismo sucede con los “aliados” de Estados Unidos. Por ejemplo, en Alemania el litro de gasolina se vende –por ahora– a 2.18 dólares (casi 46 pesos mexicanos), lo que ubica a esa nación entre las 10 con los mayores precios del mundo; en Francia el litro se vende a 2.1 dólares (alrededor de 44 pesos); en Reino Unido a 2.04 dólares (43 pesos, más o menos), en Italia 2.12 dólares (cerca de 44.5 pesos) y en España a 1.9 dólares (40 pesos, en números cerrados). Otros “aliados” registran los siguientes precios por litro: Noruega, 56.55 pesos; Dinamarca, 50.42; Países bajos, 48 y Portugal 44. ¿Y en Rusia? A 37 centavos de dólar (algo así como 7.8 pesos). Solo como referencia, en Bruselas, Bélgica, sede de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el litro cuesta 44.3 pesos.
Por cierto, ayer el presidente López Obrador dijo que “es importante que sepan todos los mexicanos que no vamos a tener problemas de aumentos de precios en combustibles ni en energía eléctrica, a pesar de la invasión y de la guerra en Ucrania. No vamos a aumentar los precios de las gasolinas, del diésel ni el de la luz, para que estemos tranquilos por eso”.
Pues bien, los precios internacionales del petróleo se mantienen enloquecidos, y ayer el barril mexicano de exportación se vendió a 119.62 dólares; desde el inicio de las hostilidades en Ucrania, el precio del oro negro nacional se ha incrementado 48.56 por ciento, o si se prefiere 39.1 dólares, y 48.33 en lo que va de 2022. En otras latitudes, el barril de petróleo Brent se cotizó a 128.85 dólares y el West Texas Intermediate a 124.71.
Eso sí, con la cara más dura que una piedra Joe Biden informa a sus consumidores y a los de las naciones “aliadas” que el precio de la gasolina subirá más “y no podemos hacer mucho en este momento; Rusia es la responsable”.
Las rebanadas del pastel
Mientras los ojos y la “ayuda” están puestos en Ucrania, La Jornada publica la siguiente información: “familias palestinas se manifestaron ayer en el campo de refugiados de Rafá, en el sur de la franja de Gaza, para pedir respaldo internacional en su conflicto con Israel, de manera similar al que se muestra para los ciudadanos ucranios contra Rusia. ‘Alto a 74 años de crímenes de Israel en Palestina’, se lee en el cartel de las niñas”.