Hace dos años, Vivir Quintana estrenó Canción sin miedo, junto con Mon Laferte y El Palomar, en el Zócalo capitalino, himno mediante el cual se alzó la voz para evidenciar la violencia de género.
La cantautora, nacida en Francisco I. Madero, Coahuila, en 1985, se ha convertido en símbolo del movimiento feminista, y su tema, se escucha en distintos foros, mediante el cual se han multiplicado las voces para protestar sobre esta problemática que sacude al país, así como a otros lugares alrededor del mundo.
Quintana, en charla con este diario, recordó el origen del tema: “Fue hecho con la finalidad de dar un mensaje de lucha, de saber que estábamos las mujeres enteradas de que existe un problema de salud muy grande en México, que es el feminicidio; es una canción que no esperaba que tuviera un repunte tan grande. Gracias a eso me percaté de que la problemática no sólo es de este país, sino de otros lugares de Latinoamérica y del mundo. Una prueba de eso es que me la han enviado en infinidad de lenguas e idiomas”.
Es desgarrador, dijo la compositora, “que la canción se ajusta a los contextos de cada lugar; el pasado primero marzo sacamos una versión en lengua es ayuuk, variante del mixe de Tehuantepec, con la banda femenil regional Mujeres del Viento Florido. La iniciativa está dirigida a las hablantes de esa lengua y supieran sobre la fuerza de unirnos, de que tenemos que poner en la mesa el tema de la violencia de género, lo cual no sucede sólo en un estrato social, sino que nos está consumiendo a todas, en cualquier lugar”.
Por esta razón “buscamos que el mensaje sea transmitido a más lugares y más compañeras. De hecho, haber ido a grabar el video a las montañas, a Tlahui, fue una experiencia maravillosa porque me di cuenta de cómo trabaja cada una de las mujeres, cómo se unen, cómo existe la sororidad y cómo el movimiento feminista está allá, aunque no se le llame como tal. Ha sido una revolución musical para mí”.
Canción sin miedo, “me ha traído una responsabilidad muy grande, la cual pude no haber asumido, pero me mueve tanto el tema de la violencia de género que quise ser congruente: por medio de la música tratar, aunque sea un poquito, de llegar a la conciencia de hombres y mujeres”.
La música, un agente de cambio
Desde que estudiaba en la Normal, en Coahuila, a Vivir Quintana “le cambió la perspectiva de ser mujer y se le modificó el chip en la cabeza, el espíritu y el corazón” tras el asesinato de una amiga de la universidad. “Fue una herida que queda para siempre”.
En realidad, puntualizó, “la música es un agente de cambio, pues trasciende las artes, sin demeritar a ninguna, pues se queda en el inconsciente de las personas. Por ejemplo, escuchar tantas versiones y mujeres que se unen a la canción o hacen performance con ella, me responsabiliza todavía más. Así, yo decido ir a las marchas, como a la de este 8 de marzo, con la guitarra al hombro y con el colectivo Energía Nuclear, integrado por más de 200 músicas”.
Viviana Monserrat Quintana Rodríguez, nombre real de la artista, con su activismo busca también defender los derechos humanos, lo cual es “peligroso” en este país. “Ser periodista o defensor del agua, de la tierra o de los derechos de las mujeres es difícil, es casi una condena a muerte; pero por eso debemos mostrar la otra cara de la moneda donde existe la unión y decirle a la gente que todos podemos ser defensores de los derechos humanos”.
La noche del 25 de marzo, Vivir Quintana se presentará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, “con mi primer concierto grande, un viaje temporal en mis canciones, con la presencia de diversas invitadas”.
A la par, prepara un álbum de corridos mexicanos, titulado Cosas que sorprenden a la audiencia, “pero con la característica de que son 10 historias de mujeres, contadas en primera persona, que estuvieron o están privadas de su libertad física por defenderse de su agresor”.
“Todos son casos verídicos y terribles”, adelantó.
A 20 años de que inició el camino por la música, Vivir, quien se puso este nombre artístico en homenaje a las mujeres ancestros de su familia y a que vivirá su propia historia, aseguró que mantiene “las esperanzas en quienes luchan por los derechos humanos, así como en propiciar empatia para que este mundo jale”.