Estamos presenciando el grotesco espectáculo de orquestas sinfónicas que despiden a directores rusos, de teatros que cancelan presentaciones de actores rusos, de universidades que eliminan cursos sobre Dostoyevski, de comités y federaciones deportivas “internacionales” y “neutrales” que eliminan actores y equipos rusos… lo que me recuerda los dislates de las élites “científicas”, “culturales” y “académicas” mexicanas” clamando sobre la “neutralidad”, “objetividad”, “imparcialidad” de la “ciencia” y la “academia” cuando el pequeño escándalo sobre los 31 acadestrativos señalados por sus manejos financieros, o sobre la vergonzosa “defensa” del CIDE que hacen los más desvergonzados telectuales. No, no abuso de las comillas.
Presenciamos el grotesco espectáculo de la más vulgar manipulación mediática en torno a una guerra: la supresión de los medios no acoplados con la corriente dominante, la censura de los medios rusos; la aparición de halcones de la guerra como Joe Biden, Condoleezza Rice, George Bush o los voceros del Estado de Israel diciendo cosas como que es “inaceptable cualquier invasión a un país soberano”. Y más cerca de nosotros, los linchamientos mediáticos, que suben a los encabezados de primera plana de periódicos antes considerados serios, sin que periodistas o intelectuales antes respetados se tomen la más mínima molestia para investigar la veracidad de las acusaciones que dan origen a los linchamientos.
Presenciamos el grotesco espectáculo (no, no abuso de la reiteración) de las redes sociales, muy particularmente Twitter, cuyos dueños u operadores diseñan algoritmos a modo, manejan a su antojo las noticias que quieren resaltar, censuran a conveniencia y permiten y alientan que cualquier inyección de dinero en forma de bots o trolls, altere el impacto de los hechos y llene la red de insultos y barbaridades. Una red que también saca lo peor de muchas personas. Me incluyo. Por eso he decidido abandonar esa red (también les tiene sin cuidado la suplantación de personas: hay por ahí una cuenta @HistoriaPedro_ con guion bajo al final, que ha sido denunciada como apócrifa reiteradamente, en vano).
Viene a cuento porque hoy en la Cineteca Nacional se hará el preestreno del documental El proyecto cultural del neoliberalismo, en el que se analiza, se discute, se vive cómo el neoliberalismo, más allá de su significado económico y político, intentó moldear el pensamiento y la cultura de los ciudadanos a través de sus medios masivos, sus telectuales, sus opinólogos, sus redes sociales, su política educativa y cultural. Como dice el narrador, Damián Alcázar, al arranque del documental, “el neoliberalismo no sólo fue un sistema, sino que literalmente se metió debajo de nuestra piel y trastocó casi todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana”. Todos los elementos de que hablo en los dos primeros párrafos están presentes en ese “proyecto cultural”: Los medios de comunicación dominantes son instrumentos particularmente importantes del sistema neoliberal al promover estigmas y estereotipos aspiracionistas, egoístas y clasistas. “La narrativa neoliberal te dice tú puedes, eres tú, luego tú, luego tú y sólo tú”, dice Mardonio Carballo en el documental.
El micrositio del documental lo explica: “El documental demuestra, por medio de un riguroso análisis histórico y social, cómo durante el periodo neoliberal los medios de comunicación y las industrias culturales impusieron a la población valores de individualismo, racismo, elitismo y consumismo. La película también revela cómo se ha manifestado un profundo espíritu solidario, libertario y crítico de los mexicanos en resistencia a este proyecto cultural del neoliberalismo.”
Sobre estos elementos privan dos patrañas: el echaleganismo y la posverdad. El echaleganismo es la mercancía ideológica para consumo popular según la cual basta con “echarle ganas” para conquistar el éxito y convertirte en un Slim o un Bailleres (porque el “éxito” se mide con criterio meramente monetarios, sin importar privatizaciones, minería a cielo abierto o lo que sea). No importa tu origen, dicen en el país con menor movilidad social del mundo: “échale ganas”. La posverdad es la bandera de los telectuales y opinólogos, de los pasquines y las televisoras: no hace falta investigar, fundamentar ni documentar: todas las opiniones son igualmente válidas.
Pero hay otro modelo cultural, en ascenso, del que hablan los entrevistados: artistas, periodistas, taqueros, taxistas, comerciantes, académicos, poetas, que se abre paso sobre aquel y del que también se habla en este proyecto colectivo de Damián Alcázar, John Ackerman, Armando Casas, Yadhira Mata, Rafa Devillamagallón y mucha gente más, que podrá ser visto gratuitamente en el foro al Aire Libre de la Cineteca Nacional desde este jueves 10, y próximamente por televisión abierta en canal 22. Aquí los horarios y enlaces:
https://puedjs.unam.mx/el-proyecto-cultural-del-neoliberalismo/