Con una transmisión especial por Facebook Live de la puesta en escena Por temor a que cantemos libres, un recuento de historias al estilo puro del cabaret, sobre mujeres que sufrieron opresión, la Dirección del Sistema de Teatros de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México conmemorará el Día Internacional de la Mujer.
Dentro del ciclo Nosotras somos memoria, la puesta escrita por Felipe Rodríguez y dirigida por Nora Mannek, se transmitirá hoy martes a las 20 horas, a través de la página de Facebook: @TeatrosCdMexico.
La propuesta tiene como protagonista a la actriz Lizeth Rondero, de la compañía Teatro de los Sótanos, acompañada en el escenario por la pianista Alba Rosas, quien interpreta la música compuesta por Omar Guzmán.
Por temor a que cantemos libres es un monólogo que se refiere a actos libertarios femeninos. Es decir, sobre aquellos de profunda rebeldía que dislocan paradigmas y trasgreden el desempeño de género esperado, en un intento de búsqueda del yo.
Una cantante cuenta cinco historias de mujeres maravillosas que en su momento fueron catalogadas de “locas” y encerradas en la lóbrega fantasía de “cómo ser mujer”. Son cinco monólogos con canciones, que van a narrar un episodio en sus vidas, en el que “elegir otro modo de ser” era la única forma de libertad.
Así, la obra se despliega como un viaje por distintas épocas del país, desde la Colonia hasta la actualidad, pasando por prisiones, conventos, tribunales y casas paternas convertidos en cautiverios, donde Mauricia Josefa, Doña Gertrudis, María López, Trinidad Ruiz y una joven universitaria confrontan al patriarcado y deciden “ser” y eligen “otro modo de ser”, como única forma de libertad posible.
Cada episodio está basado en una historia real y relata las actitudes “rebeldes” de cinco mujeres revictimizadas por la sociedad: La amante del diablo, una beata del siglo XVII que decide confesar sus deseos sexuales ante la Santa Inquisición, argumentando estar poseída.
La olvidada, una mujer tachada por la sociedad por el atrevimiento de pedir el divorcio a su esposo en el siglo XIX; La panadera, que por su decisión de ser independiente es mal vista; La asesina, una tamalera de la colonia Portales que impide que su marido siga abusando de ella y de sus hijos, y La chica universitaria, quien tiene la esperanza de un mundo igualitario entre hombres y mujeres.
En el desarrollo de la puesta, la actriz interactúa con el público y lo invita a pasar al escenario para acompañarla en su narración y le hace algunas preguntas un tanto incómodas sobre estereotipos y situaciones cotidianas.